TRANSIBERIANO
2005
(Alemania, Letonia, Rusia, Mongolia y China)
Si hay un viaje que supuso un antes
y un después a mi voraz ansia de conocer mundo, éste es el denominado
Transiberiano que llevé a cabo junto a mis amigos del barrio en el
verano de 2005. Y no sólo cambió mi ambición viajera sino que influyó en
mi forma de mirar las cosas, de establecer objetivos y de saber
marcar el camino a una temporada que no había sido fácil. Quizá por
inesperado, por las fantásticas personas con las que lo hice, por el
momento de mi vida en que me encontraba y por ser
un recorrido tan excitante como llamativo, puedo decir que fue el
viaje de mi vida. Superarlo supone una dificultad casi extrema, aunque
por supuesto, no cesaré en mi empeño de sentirme igual de feliz, igual
de vivo... Me abrió los ojos y desde entonces no los he vuelto a cerrar.
Cuando las cosas no pintaban bien en
ese año, me subí a una idea maravillosa que rondaba en la cabeza de mi
grupo de amigos viajeros con los que ya había compartido grandes
momentos como el Interrail del 2001 que nos llevó hasta Cabo Norte
(Noruega). Soy afortunado de formar parte de una pandilla enormemente
valiente que siempre tiene ganas de marcarse objetivos a cada cual más
divertido y arriesgado. La base, los pioneros, fuimos tan sólo 6
personas, pero el éxito consecuente atrajo a más personas que sin duda
aportaron su granito de arena a este gran viaje en el que únicamente
había una cosa segura. Debíamos llegar a China por tren. Y nada más y
nada menos que desde Letonia, a la que accederíamos mediante un vuelo
vía Berlín. Desde ese momento teníamos un mes para cruzar la Rusia
siberiana, la solitaria y nómada Mongolia y poner nuestros pies en el
Lejano Oriente, y más concretamente en la superpoblada China. Y tengo
que decir que lo logramos, y que las cosas salieron tan bien, que no
puedo poner otra nota que no sea Matrícula de Honor.
Este es el itinerario seguido:
Recorrido realizado tanto
en avión, tren, minivan y autobús: Berlín (Alemania)-Riga
(Letonia)-Moscú-Novosibirsk-Irkutsk-Lago Baikal-Naushki (Rusia)-Ulan
Bator-Terelj Park-Karakorum-Orko Waterfalls-Ongiin Khid-Flamming
Cliffs-Dalanzadgad-Saynshand
(Mongolia)-Datong-Beijing-Xi´an-Shanghai-Suzhou-Zhouzhuang (China)
No me negaréis que no es un
itinerario completo y sobre todo largo, porque fueron muchos miles de
kilómetros y muchas horas de tren. Cruzamos Eurasia de punta a punta
añadiendo horas a nuestros relojes a medida que íbamos avanzando.
VIAJEROS QUE
HICIMOS EL TRANSIBERIANO
Para ser un viaje independiente y
lejano el número de expedicionarios fue bastante notable (14). Al
principio era algo que temía pero no supuso un freno ni mucho menos. He
aquí los nombres de los valientes (de izquierda a derecha y de arriba a
abajo siguiendo las fotografías):
*
Carlos (alias Kalipo) Uno de los miembros que hizo ese primer
interrail que nos cambió a todos. Es la persona con la que más viajes he
hecho. Un muy buen amigo que no debería faltar nunca en cualquier misión
internacional. Su lema es hacer lo máximo con los mínimos recursos
posibles (con una cervecita en la mano).
*
Chema (alias Chemone) También
miembro del Interrail 2001 y con un curriculum viajero más que
envidiable. Fue mi mejor amigo de la infancia cuando aspirábamos a ser
afamados arqueólogos. Con menos de 10 años nos hicimos la promesa de ir
juntos a las Pirámides de Egipto... y
la cumplimos. Para él nada es imposible ni suficientemente
arriesgado.
*
Saúl (alias Sul) Otro de los
supervivientes del Interrail 2001. "Siempre lo más tóxico" es su lema
referente a que hay que vivir los sitios por muy poco higiénicos que
sean, aunque en este viaje hubo una frase que me repitió hasta la
saciedad hasta en los momentos más insospechados y
desagradables (Letrinas, etc.) "Josele, que le veo...". Ganador del
Premio "Sanitario de Oro" por ser la persona que más uso hizo del váter.
*
Alicia (Ali) La novia de Kalipo. La de Navalmoral de la Sierra
(Ávila) aporta siempre alegría, buen rollo y vive con gran ilusión todos
los viajes que hace, a pesar de no comer apenas durante los mismos. Fue
en el Transiberiano donde conocí a una amiga de verdad, y con la que
posteriormente compartí nuevos retos (Oriente
Medio,
Oslo,
Alemania Oeste...) y los que vendrán...
*
Pilar (Pili) La novia de Chema fue una de mis mejores aliadas del
viaje, sobre todo para salirnos con la nuestra a la hora de ir a uno u
otro restaurante. Fue otra de las expedicionarias de oro del
Viaje a Oriente Medio.
*
Raúl (Ra) El pequeño Ra no sólo aportó buen humor sino mucho sentido
común, que en ocasiones nos vino bastante bien a todos. Siempre deseoso
de conocer las mejores discotecas de cada ciudad para bailar
pamparapamparapamparapam...
*
Miguel (Capello o Capo) Su versatilidad y su capacidad de estar "a
las duras y a las maduras" me hicieron cambiar a mejor una opinión
previa no demasiado favorable.
*
Jorge (Koke) Ex-vecino puerta con
puerta durante más de diez años y fue en ese viaje cuando le conocí de
verdad. Nos llevamos fenomenal y compartimos momentos mágicos asistiendo
a un partido del Madrid en China con nuestras camisetas falsas de Raúl.
Y fue de los pocos que aprovechó al máximo la gastronomía china.
*
Mónica (Moni) Novia de Koke. No había hablado con ella hasta este
viaje y terminó siendo otra de las personas a las que guardo mucho
cariño. Al igual que Koke, se portó de sobresaliente conmigo.
*
Jesús (Jesulen o Sulen) El hermano de Kalipo siempre vendría conmigo
a los viajes porque es de las pocas personas que se lo preparan y se
documentan para que después las cosas salgan bien. Hace el trabajo sucio
que después disfrutan los demás. Aporta coña tras coña y la capacidad de
doblar su cuello hasta límites insospechados. Se incorporó a la
expedición en Ulan Bator (Mongolia) aunque después aguantó una semana
más en China.
*
Javier (El Gallego) Fue uno de los fichajes de Saúl procedente de su
Erasmus en Würzburg (Alemania). Aportó austeridad extrema y una
capacidad de ahorro fuera de toda duda. La Cofradía del puño cerrado le
ha puesto un altar.
*
Cristina (Criss, la del local) No la conocía de antes pero me
sorprendió como una de las revelaciones del viaje. La alegría de la
huerta, se adapta a todo y tiene un aguante fuera de toda duda.
*
Irene La novia de Jesulen en ese momento se reincorporó de forma
tardía en Beijing (China). Aún la recuerdo subida conmigo en un taxi en
Xian para ir a contratar un minibus con conductor que nos llevara a ver
los Guerreros de Terracota.
*
Jose (Sele) Al que os habla le conocéis de sobra. Y si no, echad un
ojo a esta página (El
Rincón de Sele)
Echas las presentaciones de los expedicionarios no puedo dejar de
mencionar a otras personas que hicieron que esto fuera posible.
Personajes míticos como Bimba, Bad o Bayer (Conductores y traductor de
Mongolia), las prodvonitsas Julia y Kate (sobre todo la primera), un
ruso que vive en Letonia llamado Yuri y un largo etcétera en que caben
muchos más.
Podría estar escribiendo siglos este post y no terminarlo nunca. Quizás
algún día escriba un libro o un diario digital como en otros muchos
viajes que he llevado a cabo en estos años y que tenéis a vuestra
disposición. Pero por el momento quisiera ofreceros mi visión global
acerca del viaje, comentar qué fue lo que más me gustó y ofrecer alguna
recomendación válida para toda esa gente deseosa de hacer el
Transiberiano y que suele pedirme consejos. Intentaré ser breve:
¿Qué es exactamente el Transiberiano?
Es una red ferroviaria que
conecta la Rusia occidental con su provincia más oriental (Vladivostok),
y que cuenta con unas variantes que terminan en Pekín (Beijing). A
dichas variantes se las conoce como Transmongoliano (el que nosotros
realizamos y que va a China pasando por Mongolia) y Transmanchuriano (va
a China sin pasar por Mongolia).
No es del todo conveniente decir que el Transiberiano es un tren. Es un
tramo o una ruta que atraviesa Rusia de este a oeste (y viceversa), y
que puede llegar tanto a China como a Mongolia. Quiero decir esto porque
muchos lectores me preguntan si cogí el tren transiberiano. Y la
respuesta siempre es la misma: No cogimos un tren directo sino que
seguimos el tramo original haciendo varias paradas. Aunque hay que decir
que sí existe un ferrocarril que del tirón y en 5 días llega a
Vladivostok en el Mar de Japón. Se llama Rossiya y sale de Moscú. Por lo
tanto, hacer el Transiberiano no consiste en subirse a un tren
determinando, sino en llevar a cabo un recorrido fiel al que en su día
fue diseñado en la Rusia de los Zares.
¿Qué documentación se necesita? ¿Hacen falta vacunas?
Además del Pasaporte en regla y con
vigencia superior a 6 meses, es necesario
obtener Visado tanto para
Rusia, Mongolia o China, siendo necesario por tanto tramitir dicha
documentación en las Embajadas o Consulados correspondientes. El papeleo
ruso es el más engorroso y difícil, por lo que hay que armarse de valor
y tener paciencia.
Respecto a las vacunas, ninguna es obligatoria, aunque son recomendables
las siguientes: Hepatitis A y B, Fiebres tifoideas y Tétanos (que cubre
también Difteria y Tosferina) Estas son las que yo me apliqué en mi
Centro de Vacunación Internacional correspondiente. Dependiendo de
las zonas a visitar pueden ser necesarias otras, por lo que para ello lo
mejor es
consultar las Recomendaciones que ofrece el Ministerio de Sanidad
español.
¿Como reservar los trenes?
Timetables, precios y reservas!
Los billetes de tren, un gran mar de dudas...
En el
diamante es carbon hemos creado un formulario propio para la
busqueda de trenes rusos. Esto nos hara la vida infinitamente
mas sencilla, ya que aqui encontraremos las principales paradas
y en nuestro idioma y no en ruso. Este formulario nos traducira
los nombres y nos llevara a otra web, en la cual deberemos
continuar con la busqueda. Son horarios totalmente actualizados
y fiables.
Puedes
encontrarlo acontinuacion o en el apartado
Horarios
Trenes Rusos dentro de la Crónica. Tambien tenemos una
seccion de todos los trenes del mundo, en la que podras
encontrar mas informacion acerca de los trenes rusos y chinos:
Pincha
Aqui para ir |
Las preguntas de los distintos
viajeros respecto a cómo nos hicimos con los billetes, los precios de
los mismos, y si conviene hacerlo con agencias intermediarias, son el
pan nuestro de cada día. Trataré de contestar de forma breve y concisa
para decir que no es necesario utilizar a terceros y es posible
comprarlos sobre la marcha, en el propio Moscú. De esa forma uno se
ahorrará bastante dinero. Nosotros hicimos bastante cola para hacernos
con los primeros, que fueron los del tren Moscú-Novosibirsk (capital de
Siberia). Ya en el propio Novosibirsk compramos el siguiente (a
Irkutsk), y así sucesivamente. Y sin ningún problema ni dificultad, que
como mucho estribaba en la pasividad de las taquilleras rusas, no muy
amigas de complicarse la vida. Los precios no los recuerdo, al igual que
los horarios, pero ni son tan caros como venden los intermediarios ni
tan escasos de como se habla. No creo que en todo el viaje nos
dejáramos 300 euros en todos los trenes y buses. Para saber horarios y
más información útil de los ferrocarriles rusos hay una página llamada
Way to Russia
(en inglés) que nos fue clave para los preparativos.
Espero que haya quedado claro mi consejo. Compradlos sobre la marcha y
huid de las agencias. Y nunca está de más tener escrito en ruso (y en
alfabeto cirílico) el nombre del destino al que queráis llegar (y hacer
lo propio tanto en Mongolia como en China). Os ahorraréis bastante
tiempo en las taquillas de la Estación.
¿Qué trenes tomamos? ¿Cómo son? ¿Qué duración tienen?
He aquí todos los trenes que tomamos
en el viaje: Riga (Letonia)-Moscú (17 horas aproximadamente);
Moscú-Novosibirsk (52 horas, el más largo); Novosibirsk-Irkutsk (30
horas aprox.); Irkutsk-Ulan Bator (Mongolia) (previa parada en la
Naushki, frontera ruso-mongola, duración: cercana a los dos días por el
tiempo en que la policía rusa dedica en revisar equipaje y vagones);
Sainsand (Mongolia)-Frontera China (no llegó a las 8 horas); Datong
(China)-Beijing (8 horas aproximadamente); Beijing-Xi´an (14 horas
aprox.); Xi´an-Shanghai (17 horas aprox.); Shanghai-Suzhou (1 hora).
En otros trayectos no fue necesario tomar el tren: De Berlín a Riga
fuimos en avión; de Irktutsk al Lago Baikal fuimos en taxi; En Mongolia
nos movimos en minivans con conductores que nos recogieron en la capital
Ulan Bator y nos dejaron en Sainsand, donde continúa la linea
ferroviaria que cruza el país; La frontera entre Mongolia y China
la pasamos en todoterreno con conductores chinos; De Erenhot (primera
ciudad de China entrando desde Mongolia) a Datong (China) fuimos en un
autobús-cama bastante tóxico a la vez que original. Y para trasladarnos
de Suzhou a la villa acuática de Zhouzhuang tomamos un taxi.
Los trenes no son como los ICE europeos, aunque tampoco son del todo
malos. Es posible elegir entre asientos (lo más barato), literas duras y
literas blandas (en camarotes, las más caras). Nosotros utilizamos los
segundos, en los que es posible dormir y dejar el equipaje. Dicha opción
se encuentra tanto en Rusia como en Mongolia o China. No son lo más
limpio del mundo, pero sí lo suficiente para pasar las suficientes horas
en ellas sin subirse por las paredes. Si se trata de recorridos largos
hay vagones-restaurante, e incluso se venden artículos en el mismo. En
los rusos, la azafatas o auxiliares, reciben el nombre de Provodnitsa (2
por vagón) y se ocupan de que "su ley" se cumpla en sus dominios. Suelen
ser señoras con fama de muy mal humor, aunque de vez en cuando es
posible llevarse una sorpresa y encontrar alguna joven estudiante con
una preciosa sonrisa. La nuestra se llamaba Julia, y a mí personalmente
me alegró un largo viaje de 52 horas. En cada vagón hay una máquina de
agua caliente para prepararse un té o unos noodles (tallarines)
precocinados muy típicos en esas tierras. Por tanto. se puede comer lo
que te ofrezcan dichas provodnitsas, lo que se haya comprado con
antelación, lo que haya en el vagón-restaurante o lo que buenamente se
puede adquirir en las paradas que hace el tren, donde se agolpa mucha
gente comerciando con toda clase de productos. Vaya, la comida no es
buena pero nadie se muere de hambre haciendo el Transiberiano.
La duración de los trenes en los tres países asiáticos que cruzamos fue
en ocasiones sumamente elevada (el más largo fue de 52 horas), aunque no
tan insoportable como en un principio pensaba. Es posible hacer amigos y
amigas en los mismos además de servir como lugares en los que se puede
descansar, leer y relajarse antes de la vorágine viajera que viene a su
término. Es por ello que recomiendo no escatimar en la calidad del
asiento y hacerse, por lo menos, con una litera (dura o blanda). Además,
el paisaje es suficientemente atractivo como para observar el paso de la
vida por esos lares tan lejanos a las grandes urbes. En Rusia
apenas encontramos un lugar sin árboles, y en la estepa mongola aparecen
y desaparecen los típicos gers o yurtas (las tiendas donde viven los
nómadas) o los jinetes a caballo o incluso camello, con sus llamativos
ropajes. En China, las terrazas de arroz y los humedales tampoco nos
dejaron indiferentes.
Por tanto, no hay que agobiarse con pasar tanto tiempo en los trenes. Lo
mejor es mezclarse con la gente y disfrutar por miles de detalles como
puede ser atravesar 7 husos horarios diferentes. Eso es algo que no se
puede hacer en ningún otro lugar...
¿Qué fue lo mejor
de cada país? ¿Qué no se puede perder? Historia-resumen del viaje.
Es complicado elegir aunque sí es
fácil recordar lugares increíbles y numerosos momentos mágicos que con
suerte pude compartir con mis amigos. Son muchos los retales que guardo
con mucho cariño y que mantendré en la memoria mientras viva. Eso es
viajar, acumular experiencias que se recuerden para siempre. Veamos mis
mejores recuerdos según países:
Noche berlinesa como pistoletazo de salida: Berlín, capital de Alemania
fue el primer lugar que pisamos en el viaje. Tendríamos toda la
tarde-noche para dar una vuelta y dormir lo que se pudiera. Algunos ya
habíamos estado antes por lo que dedicamos unas horas para enseñar a los
"nuevos" algunos sitios importantes de la ciudad: El Muro de Berlín,
recuerdo de lo que en su día separó la RDA y la RFA, la Alexanderplatz
con el Ayuntamiento, la Catedral y el Museo de Historia a tiro de
piedra... Algo relajado antes de marchar al Aeropuerto Schönefeld y
buscar un hueco para plantar nuestros sacos y mochilas y hacer lo
posible de dormir. Aunque eso fue misión imposible para mí...
Riga, pequeña pero con clase: La capital de Letonia, verdadero comienzo
"terrestre" del recorrido, es una ciudad que está mejorando a pasos
agigantados. En la Plaza del mercado cayeron jarras de cerveza a granel,
e incluso un par de ellas se rompieron gracias a un brindis salvaje
entre Capello y Chema. Allí aparecieron dos miembros nuevos para la
expedición, Saúl y "El gallego", personajes esenciales en la búsqueda de
la toxicidad y socios de honor de la Cofradía del puño cerrado. Ya
estábamos casi todos. Tan sólo quedaba Jesulen (que se reincoporaría en
Ulan Bator) e Irene (que haría lo propio en Pekín) para completar la
lista de "Transis", nombre cariñoso para apodar a los valientes
expedicionarios.
Desde Rusia con amor: Mucho amor y mucho buen rollo fue lo que se
respiró en la ex-Unión Soviética. Quizá fue el momento en que mejor se
llevó el grupo, y eso no hay quien lo ponga en tela de juicio. Lo
pasamos fenomenal en Moscú, visitando su Plaza Roja y el famoso Kremlin,
haciendo un mini-crucero por el Río Movska y dando cuenta de la noche
moscovita donde más de uno alcanzó altas cotas de embriaguez. No diré el
nombre de la persona a la que tuve que acompañar a la habitación y
meterla en la cama como a un bebé...
Nunca olvidaré el tren más largo de mi vida, que nos llevó de Moscú a
Novosibirsk, capital de Siberia y que duró la friolera de 52 horas. Y no
fue ni mucho menos aburrido y cansado porque hicimos amigos y amigas por
todas partes. Soldados ebrios, una cantante con su propio disco que leía
las manos, dos provodnitsas simpáticas (mi adorada Julia y su amiga
Kate) y más y más personajes indispendables en un tren bautizado como
"del amor". Novosibirsk fue su destino, una ciudad típica comunista de
color hormigón y con olor a tubo de escape. Allí Lenin parece seguir
vivo a tenor de las muchas estatuas que se conservan de él. Exenta de
atractivos, cada cual se las arregló para pasar mejor su día. La mitad
del grupo se bañó en las contaminadas aguas del Río Ob, y la otra mitad
se fue a dormitar al Teatro mientras asistía a un espectáculo de Ballet
ruso al módico precio de 1 euro.
El siguiente destino fue Irkutsk,
separado de Novosibirsk por un trayecto de 32 horas. Lamentablemente nos
tocó una provodnitsa con bastante mala idea a la que incluso le
compusimos una canción para dedicársela a su paso pero que me niego a
entonar para evitaros los improperios a estas horas. Pero en este caso
el destino sí que fue mejor. Irkutsk es una ciudad con mejor apariencia,
conocida por muchos como la París siberiana, que no deja de ser una
tosca exageración. Las casas señoriales de madera y un par de iglesias
ortodoxas de estética aceptable le hacen parecer un mundo aparte,
siempre que se le compara con la anteriormente mencionada Novosibirsk.
Pero lo que sí fue de otro mundo cubriendo algunas de las mejores horas
de todo el viaje fue el inmenso Lago Baikal, que ostenta varios records
y varias cifras dignas de mención como la que nos dice que contiene el
20% de agua dulce de todo el Planeta. Fue allí donde tomamos un barco
para "perdernos" en una orilla solitaria donde comer, beber y bañarnos
en sus gélidas aguas. Atravesamos un Puerto abandonado y ruinoso para
acceder a un trocito de paríso donde un atardecer de color de rosa
sirvió de preludio a una noche memorable entre amigos. Posiblemente allí
pasé uno de los mejores momentos de mi vida, rodeado de buena gente que
me regaló mil conversaciones, mil risas y mil anécdotas junto a una
hoguera... Eso sí, nos levantamos completamente empapados y helados por
la humedad del Lago, que amaneció con una estampa tan indescriptible
como hermosa. Desde allí, nuestro último tren ruso a una frontera
solitaria llamada Naushki donde los soldados y policías nos tuvieron
varias horas al sol para revisar vagones y equipaje y dejarnos cruzar a
Mongolia a ritmo de aplauso.
Mongolia, regreso al pasado: Decir que la mayor parte de los mongoles
son nómadas y van de un lado para el otro con sus gers (tiendas
desmontables), sus aperos y su ganado, es volver a los comienzos del ser
humano. Este país sorprende a cada paso que se de por conservar
costumbres ancestrales y formas de vida casi desaparecidas en nuestro
Planeta. Nuestra primera toma de contacto fue con la capital Ulan Bator,
donde se estaba celebrando el Naadam Festival, que es el verdadero
acontecimiento del año en que los propios mongoles ataviados con ropajes
propios de la época de Genghis Khan compiten en tres vertientes: Lucha
mongola (una mezcla de sumo y grecorromana), Tiro con arco y Carreras de
caballos. Nosotros no quisimos perdernos la peculiar "Olimpiada mongola"
y acudimos al Estadio principal de la ciudad después de comprar las
entradas en reventa por un par de euros. Fue en esta ciudad donde se
incorporó Jesulen para dos días después tomar dos mini-vans con
conductor y traductor (gestión llevada a cabo por él), tan necesarios
para recorrer el país. Ulan Bator apenas cuenta con demasiados
atractivos, ya que es reflejo fiel de cuando fue provincia de la URSS,
pero aún conserva una zona de Templos donde destaca el Monasterio de
Gandan Khiid, que es de los pocos que quedaron en pie después de las
purgas estalinistas. Allí conocimos a un aprendiz de monje que nos
mostró sin apenas hablar que se puede ser feliz con muy poco.
Como he dicho antes, contratamos de forma lógica y por internet dos
mini-vans con conductores (Bimba y Bad) y un traductor (Bayer) a través
de la agencia rusa
LEGEND TOUR con sede en Ulan Bator. Nosotros lo tratamos todo con
Tatiana Klimova, pero lo mejor es contactar con ellos por e-mail. Sólo
conductores que sean de allí se manejan bien en un país sin apenas
carreteras y donde se guían por piedras, colinas, ríos e incluso
estrellas si la noche les pilla desprevenidos. Eso sí, si pedís
presupuesto, que os especifiquen si incluye gasolina y el
alojamiento/comida de los conductores (en nuestro caso no). Así se
evitan sorpresas de última hora.
Nosotros les contratamos para diez
días aproximadamente, con un itinerario previsto por nosotros y que
podíamos cambiar sobre la marcha. Vamos, que tuvimos libertad absoluta
para hacer un buen recorrido que comenzamos tras pasar un par de días en
Ulan Bator. El primer destino fue el Terelj Park, a 80 km. de la capital
y bien comunicado con la misma. Allí montamos a caballo, vimos la famosa
roca con forma de tortuga y acampamos casi en la orilla del río
donde cocinamos una enorme olla de espaguettis. El frío que pasamos por
la noche y gritos de "di no a la enfermedad" fueron otra cosa bien
distinta. De ahí marchamos al Karakorum, antigua capital y reserva
espiritual y budista más importante del país, ya que es allí donde se
alzan los restos de un gigantesco monasterio amurallado llamado Erdene
Zuu Khid (Siglo XVI). Tardamos un porrón de horas en llegar, gracias
entre otras cosas, a que atropellamos una cabra y hubo que vérselas con
los dueños subidos a caballo que querían una compensación para arreglar
el desaguisado. Aunque lo que hubo que arreglar fue el coche, tarea
difícil pero que se logró, a pesar de la tormenta que se avecinaba en
medio de la estepa. Pero una vez llegamos a Kharkhorin (Karakorum), nos
dimos cuenta que el trayecto valió la pena completamente tanto por el
paisaje como por el monasterio amurallado en el cual llegaron a habitar
más de 1000 monjes y hubo más de 60 templos. Pero tras las purgas
estalinistas apenas quedaron tres templos y pocos supervivientes, que
tratan de inclulcar la tradición budista paralizada durante décadas.
El siguiente destino, ya fuera de toda carretera, fue un lugar solitario
y verde llamado Orkon Waterfalls debido a las cascadas que en primavera
brotan con fuerza. En verano es misión imposible pero sirvió para montar
durante muchísimo tiempo a caballo (con monturas tradicionales de madera
que destrozaron las posaderas a más de uno) en uno de los mejores días
de todo el viaje. Los siguientes días los pasamos moviéndonos a lo largo
y ancho del Desierto del Gobi, que ocupa el 30% del país adentrándose
incluso en China. Las horas de coche y la insana dieta mongola (carne de
cabra vieja, arroz, noodles y empanadillas grasientas) nos minó un poco
la moral. Pero tuvimos la oportunidad de dormir en gers, de conocer
gente que vive aislada totalmente y de visitar auténticos tesoros
paisajísticos entre los que destacan los Flaming Cliffs (en Bayanzag),
un lugar de rocas anaranjadas en que se han descubierto numerosos
fósiles y restos de dinosaurios (sobre todo los velocirraptores).
Tampoco nos dejaron indiferentes los Hielos perpétuos próximos a la
población de Dalanzadgad. Es curioso ver bloques de hielos en pleno
verano en pleno Gobi, para ser más concretos en el Cañón de Yolym
Am. Dejamos el coche en la entraday después tuvimos que trotar durante
más de media hora a caballo para acercarnos a dicho fenómeno de la
Naturaleza.
El final del Gobi se resume en una pérdida nocturna en pleno desierto,
teniéndonos que parar en el medio y dormir a la intemperie (aunque
algunos y algunas temerosos de las víboras lo hicimos dentro de las
minivans). Los inenarrables Bimba y Bad, a los que entendíamos
perfectamente sin que supieran una palabra de inglés o español, nos
dejaron en Saynshand, donde pasa el la única línea de tren de Mongolia
que les comunica con Rusia (al norte) y China (al sur). Por la mañana
vivimos uno de los cruces de frontera más surrealistas de la Historia.
En la propia Mongolia tuvimos que tomar unos taxis cochambrosos que se
peleaban los unos con los otros por cruzar la línea (golpes de chapa
incluidos). Un desbarajuste bastante divertido que nos dejó en Erenhot
(también llamada Erlian), la primera ciudad de China accesible desde
Mongolia.
Adentrándonos en la milenaria China: Este legendario, gigantesco y
superpoblado país asiático cuenta con una tradición histórica fuera de
toda duda. La futura primera potencia mundial me llamaba tanto la
atención que fue una de las partes del viaje que más disfruté, y pienso
que mis colegas igual, salvo algunas excepciones como Saúl, que cayó
pronto con una gastroenteritis que se lo hizo pasar muy pero que muy
mal. Decía anteriormente que el cruce de fronteras entre Mongolia y
China fue surrealista. Pues mucho más lo fue la forma de lograr ir
directamente a Datong, ciudad milenaria con grutas budistas que se me
metió en vena después de leer sobre ella. Era un objetivo no tan
conocido y turístico como otros, pero que acabó siendo un punto
importantísimo del recorrido.
Resulta que no salía ese día ningún tren o bus directo a esta ciudad
perteneciente a la provincia china de Shanxi. Nosotros, que no andábamos
demasiado sobrados de tiempo, hicimos lo que estuvo en nuestra mano por
lograr ir hasta allí. Y como no, lo conseguimos. Logramos desviar un
autobús-cama (no había asientos, sólo literas) que iba a Pekín para que
nos trasladara primero a nuestro destino. Era de línea y llevaba gente,
pero por unos 10 euros por persona (130 en total) fue posible variar una
ruta preestablecida. Los pobres chinos ni se quejaron, como si fuera
algo habitual. Es como si España tomas un bus de Madrid a Sevilla y le
pides (previo pago) que te lleve a tí primero a Salamanca. Vamos, sales
del vehículo en marcha y sin dientes...
De tal forma llegamos a Datong, en un bus con camas húmedas y
cochambrosas que tardó en torno a las 10 horas en dejarnos en un oscuro
callejón próximo a la Estación de trenes. El alojamiento, inferior a los
5 euros por persona, y la deliciosa comida (agasajos por un euro), no
fueron lo mejor de una ciudad fundada 2000 años antes por la Dinastía
Han. Aunque fueron los Wei (S.V) los que construyeron en un acantilado
decenas de grutas y más de 50000 estatuas budistas sobre las mismas,
siendo algunas de ellas de un tamaño sobrecogedor. Este lugar conocido
con el nombre de Grutas del Yungang es Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO desde 2001. Pone los pelos de punta encontrarse con una enorme
escultura esculpida sobre la propia montaña que mida 17 metros. Razón
suficiente, que no la única, para recomendar esta ciudad tan alejada de
muchos circuitos turísticos. Y digo que no la única porque sus Templos
Colgantes, construidos en mitad de una acantilado para protegerlos de
las crecidas del río, son el mejor ejemplo de tradición budista y de
vértigo posibles.
Tanto las Grutas como los Templos colgantes están separadas a no pocos
kilómetros de la urbe, por lo que contratamos un autobús con guía de una
de las instituciones clave para el turismo chino. Estoy hablando de
CITS, una compañía
china de proporciona transporte y guías-estudiantes para poder visitar
aquellos lugares más alejados (o más cercanos según se quiera). Suele
haber varios en todas las ciudades, y en el caso de Datong, en la misma
Estación de Trenes. Nosotros, al ser un número considerable de viajeros,
podíamos conseguir dichos servicios por poco dinero, así que lo
utilizamos tanto como pudimos (en Xian nos llevaron a ver los Guerreros
de Terracota).
Un tren nocturno que dejaba bastante
que desear por ir demasiado lleno y no estar del todo limpio nos
trasladó a Pekín (Beijing) a la que llegamos con un bochorno
insoportable
a las siete de la mañana. No teníamos concertado alojamiento alguno,
como en la totalidad del viaje, pero no costó demasiado encontrar a los
"enviados" por los muchos hostels existentes en la capital china.
Después de negociar y de trasladarnos a nuestra base de operaciones
para tres días (Leo Hostel, a 5 minutos de la Plaza Tiananmen)
analizamos lo que íbamos a hacer, ya que no contábamos con demasiado
tiempo. El pobre Saúl, ya andaba fatal de su gastroenteritis y ni
opinaba, al igual que otros que también se pusieron malos, aunque no con
tanta virulencia como con él. Pero con todo y con eso decidimos ir esa
misma mañana a hacer una doble excursión: Muralla China y Tumbas Ming.
Tomamos un bus-estafa que nos paró en tiendas de souvenirs e incluso en
un Centro de Medicina Natural, pero que al menos nos "depositó" (junto a
muchos chinos) en la mítica Muralla China (en el tramo de Badaling, el
más turístico y conocido), la cual serpentea sorprendentemente por la
poblada montaña. La lluvia nos acompañó en nuestra difícil subida, ya
que los escalones son tremendos. Fuimos un tanto desperdigados, pero
recuerdo que gran parte del recorrido lo hice con Pilar. Reconozco que
si retrocediera hubiera escogido otro tramo (Simatai o Mutianyu son
mejores) pero lo pasamos bien igualmente, ascendiendo por una de las 7
Nuevas Maravillas del Mundo. Estar en la Muralla era un símbolo de que
nuestra misión había sido un éxito, aunque quedaban más cosas por hacer.
Esa tarde la cerramos en una de las Tumbas Ming, vacías de turistas, y
es que los listos del bus que contratamos, nos llevaron cuando
prácticamente la estaban cerrando (nos habían hecho perder el tiempo
parándonos a sitios absurdos como un museo de cera, un megastore de
gastronomía típica y varios sitios más). Raúl era muy reacio a
visitarlas las Tumbas por la injusta opinión de Lonely Planet al
respecto, pero al final nos gustó a todos. La información de las guías
hay que cogerla con pinzas...
Nuestro segundo día en Beijing se caracterizó por las lluvias
torrenciales que nos mantuvieron realmente empapados durante todo el
día. Es lo que tiene ir en verano al Lejano Oriente, que el Monzón no
perdona. Aún así penetramos en el corazón de la capital china, y más
concretamente en la Plaza Tiananmen, la más grande del mundo (880 x 550
metros) y construida para reunir a centenares de miles en Revoluciones
pasadas. La fotografía de Mao Tse Tung reina y precede a lo que para mí
es lo mejor de Pekín, la Ciudad Prohibida, Palacio Imperial de las
Dinastías Ming y Qin que tiene alrededor de los 800 edificios
profusamente decorados con motivos orientales. Se le conoce como "Ciudad
prohibida" por la imposibilidad de su entrada a las personas ajenas a la
Corte o a la más destacada aristocracia en la época de los Emperadores.
Hoy es un laberinto capaz de trasladar a cualquiera a tiempos
inmemoriales, y digno de dedicarle bastantes horas. La lluvia nos estaba
rompiendo muchos esquemas, pero qué mejor que evitarla durante un rato
comiendo en un restaurante fantástico. A un paso de la Plaza maoísta de
Tiananmen, The Roast Duck prepara el mejor Pato laqueado de la ciudad.
Koke, Mónica y yo dimos cuenta de ello, inflándonos por las muchas
raciones que nos regalamos. Soy un amante de la comida oriental y allí
me encontré en el Paraíso.
Como el Real Madrid de los Galácticos
se encontraba en Pekín en mitad de su Gira Asiática, no pudimos evitar
plantarnos en el Estadio de los Trabajadores, hacernos con entradas "en
reventa" y ver a nuestro equipo jugar a miles de kilómetros ante la
admiración y los ooohhhs del público chino, al que tuvimos que enseñar
algunos cánticos propios del Estadio Santiago Bernabéu. Qué cierre de
jornada tan magistral, sobre todo para un madridista de corazón...
El tercer día pequinés consistió en visitar el Templo del Cielo y el
enorme parque en que se encuentra, con miles de chinos haciendo taichi.
Lamentablemente dicho templo estaba cubierto de andamios por lo que no
pudimos disfrutarle demasiado. Después unas compritas en el Silk Market,
paraíso de las falsificaciones donde uno se puede sacar una maleta de
ropa por menos euros de lo que en España te compras unos pantalones
vaqueros. Para el resto del día nos movimos por los Hutongs, callejuelas
tradicionales y estrechas de la China imperial, además de ver como Dios
manda y con el cielo despejado la Plaza de Tiananmen y todo lo que
conlleva.
La noche la pasamos en un tren dirección Xian (o Xi´an), el extremo más
oriental de la Ruta de la Seda, aunque a esta ciudad se le conoce por
albergar en las afueras uno de los mayores descubrimientos de la
Arqueología, el Mausoleo del Primer Emperador Qin, en el cual hay
semienterradas más de 7000 figuras de terracota a tamaño real.
Representaban al ejército del Soberano, que simbólicamente acompañarían
al mismo a su último viaje al más allá. Un minibus fletado por
CITS, anteriormente
mencionado, nos llevó al extraordinario yacimiento, con gran afluencia
de turismo pero que sobrecoge por su espectacularidad. En fila, soldados
de todos los rangos, e incluso algunos con sus caballos, todos
totalmente diferentes, guardando un halo de misterio que aún está sin
desvelar. Y se dice que apenas se ha llegado a desenterrar apenas nada
de lo que puede ser una de las tumbas más importantes del mundo.
Xi´an, aparte del famoso
Mausoleo, es una urbe amurallada bastante interesante que cuenta incluso
con su medina y su mezquita. Y es que es un bastión importante de la
China musulmana. Es curioso ver esta mezcla de culturas tan diferentes.
Era ésta la ciudad en que se separaría gran parte del grupo, ya que una
mitad se volvía antes a Madrid (Ra, Chema, Criss, Mónica, Koke, Pilar y
Capello) y la otra (Saúl, Gallego, Kalipo, Alicia, Sulen, Irene y
yo) disfrutaría de unos días más en China. La intención de los que
aguantábamos un poco más era ir a las Gargantas del Yantsé antes de que
se terminara la presa y acabara con todo, pero sucedió lo que nunca
debió suceder. Por confiarse y hacer el tonto, perdimos el tren. Y el
que supuestamente salía a las once de la noche no llegó a aparecer
quedándonos tirados, agotados y sucios en la Estación de Xi´an. El pobre
Saúl estaba fatal y tuvo que irse al Hospital (bendito Seguro)
acompañado de su inseparable "Gallego".
La situación de agotamiento, de no saber qué hacer, y de sentir que se
estaba perdiendo el tiempo, nos llevó a Kalipo, a Alicia y a mí a tomar
la decisión de subirnos al primer tren que se dirigiera a Shanghai.
Jesulen e Irene, que tenían más tiempo se quedaron, al igual que Saúl y
Gallego, los cuales después de la recuperación tomarían un vuelo a dicha
ciudad. Entonces la parejita (Kalipo y Ali) y yo, invertimos 17 horas de
reposo en un tren. El 80% del tiempo lo pasamos durmiendo, y el resto
comiendo. Y fue lo mejor que pudimos hacer. Recuperados para unos días
en Shanghai y alrededores, que terminaron por ser muy pero que muy
grandes.
Shanghai es el futuro, y no hay más que alzar la vista y darse cuenta de
que cuenta con algunos de los rascacielos más modernos y vanguardistas
del mundo. Su skyline deja la boca abierta a cualquiera, sobre todo si
se acude al Bund (con construcciones en plan años 20) y se mira al otro
lado del río Huangpu, el distrito de Pudong. Allí la panorámica es de
otro siglo, otro milenio, y de entre todos los rascacielos destacan dos:
La Pearl Tower (468 metros) y la Torre Jin Mao (420 metros, 88 plantas),
a la que nos colamos. Si hay que escoger una calle no hay que
perderse Nanjing Road, con luces por todas partes, llena de tiendas y de
sitios de ocio. Allí es posible encontrarse con los famosos KTVs,
lugares en que se pueden alquilar salas de Karaoke (cosa que dejamos
para el último día) y hacer un poco el gamba. Y para los amantes de
la Cultura y Tradición China, el Templo del Buda de Jade es el mejor
paréntesis de Paz y Silencio que se puede encontrar en medio de una de
las ciudades más tumultuosas del país.
A poco más de una hora de
allí, en tren, nos desplazamos hasta Suzhou, ciudad que por sus canales
recibe el apelativo de "Venecia china". La Pagoda del Templo Norte o la
del Tigre de la Colina son algunos de sus monumentos, aunque quizá lo
más destacado son los jardines orientales. Nosotros visitamos "El Jardín
del Maestro de las Redes", que es uno de los mejores ejemplos de la
ciudad. Logran la armonía deseada utilizando elementos como agua, rocas
y madera, además de las propias flores y plantas, rodeadas de la belleza
arquitectónica de la vivienda en que están situados.
También asistimos a una ceremonia Taoísta, otra de las religiones más
influyentes a este lado de Asia.
Para ver todas estas cosas negociamos
con un taxista, al que nos costó regatear más de la cuenta. Incluímos
los principales puntos de la ciudad y la visita a una Zhouzhuang, una
aldea que sí merece el apelativo de veneciana, porque la atraviesan
decenas de canales donde la gente se mueve en sus barquitas estrechas.
Además sus puentes de piedra de más de 5 siglos de antigüedad forman
parte de un entramado de callejas y casitas pequeñas en las que el agua
navegable es la protagonista. Y además son muchos los templos
existentes, por lo que para ser un pueblo tan pequeño, reúne todas esas
imágenes preconcebidas de una típica aldea china, cuya gente porta los
sombreros tradicionales de paja con los que se resguardan del sol. A
esta excursión, al igual que a la de Suzhou participamos Ali, Irene,
Jesulen, Kalipo y yo.
Nos reencontraríamos con Saúl y el Gallego al día siguiente para pasar
una jornada tranquila en Shanghai, acudiendo al Barrio Francés, repleto
de boutiques, buenos restaurantes y un mercadillo de falsificaciones más
que interesante en lo más parecido a Europa que se puede ver en la
ciudad. De noche hubo tiempo pegarnos un homenaje en forma de cena y
terminar la noche en KTV cantando temazos de Oasis, entre otros. La
Aventura se terminaba con nuestra llegada al Aeropuerto, o al menos eso
creíamos, porque debido a un retraso, no tomamos nuestro enlace en Moscú
para ir a Madrid. Por lo que el día de mi cumpleaños lo pasé encerrado
en Moscú en un Hotel junto a un periodista deportivo que sigue al
Sevilla FC, un empresario riojano, Miss Costa Rica, además de Kalipo,
Ali, Saúl y el Gallego, por supuesto. Al menos nos reímos, aunque por no
llorar, ya que el comportamiento de la gente de Aeroflot, con quien
volábamos, dejó mucho que desear. Pero finalmente llegaríamos a Madrid,
un día más tarde de lo previsto, pero con la ilusión de saber que había
hecho algo muy difícil de superar. Y en compañía de buena gente, que es
lo importante.
¿Salió muy caro el viaje? ¿Qué país es más barato? ¿Y el
mejor para hacer compras?
El gasto total en mi caso fue
alrededor de 1900 euros teniendo en cuenta los visados (100 euros), los
Billetes de Avión (600 euros; Madrid-Berlín; Berlín-Riga y
Shanghai-Madrid), los trenes (300 euros aprox), los coches con conductor
en Mongolia incluyendo gasolina (250 euros), el alojamiento, la comida y
otros gastos. Contando que fue un mes es más que razonable, y siempre es
muy ventajoso ser un número alto de personas para abaratar el coste de
la habitación, de los coches alquilados y de las excursiones. Y para
comer barato hicimos buen uso de los supermercados, sobre todo en Rusia.
El país más barato es Mongolia sin duda alguna, aunque le faltan muchos
productos. Es decir, lo que hay es poco pero es barato. China es un país
muy económico, sobre todo cuando se sale de las grandes urbes como Pekín
o Shanghai. Tiene de todo y a buenos precios. El alojamiento y la comida
es más que asequible en ambos países, factor que ayudó mucho en no
elevar demasiado el presupuesto.
China es un paraíso para hacer compras porque tiene de todo. Falso pero
de todo. Y la variedad de "recuerdos" y souvenirs hace que sea el lugar
indicado para adquirir regalitos. Para ropa está muy bien pero no
conviene hacerse con aparatos electrónicos, cuya validez y garantía son
más bien escasas. Hay que regatear igual que si se estuviera en un país
musulmán, aunque los chinos son más fríos y se les ve venir menos.
Siempre pedirán un precio varias veces más al que tú estás dispuesto a
pagar, por lo que hay que armarse de paciencia y abaratarlo lo máximo
posible. No conviene mostrar excesivo interés e incuso coger la puerta
si no quedan ganas de seguir negociando. Es posible que te
persigan sonrientes con su calculadora para darte un precio más justo. Y
recuerda, siempre siempre ganan ellos. De lo contrario serían
filántropos y no comerciantes. Apuntad el Silk Market de Beijing y el
Mercadillo del Barrio Francés de Shanghai para hacer vuestras compras.
Y por último...las fotos!!
Puede que la cantidad de fotos sea
superior a las tres mil si tenemos en cuenta que llevamos siete cámaras
digitales y una de las
Y he aquí el final de
un post que debió ser escrito hace mucho tiempo en el que a grandes
rasgos he hecho lo posible por explicar algunos detalles del viaje que
me cambió la vida. Espero que os guste y que sirva de inspiración a
otros aventureros que estén dispuestos a llevar a cabo algo similar.
¿Alguien se anima a intentarlo? Será una de las mejores decisiones
posibles...
Un fuerte abrazo!
José Miguel Redondo (Séle) El
Rincón de Sele