D E L   V I A J E

I N T E R   R A I L   2 0 0 8

 Crónica

 Enlaces de interés

 Mapas

 Tipo de Viaje

 Itinerario

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pagina   1 2 3    

 DÍA 11 Y 12 (10 y 11 de julio) Praga - Bratislava   

Llegamos a Praga por la mañana temprano, y la lluvia predominaba en el cielo, fuimos directamente al albergue donde se hospedaban Capello y Lauriki. Y al fin nos juntábamos la expedición al completo, los 10 gañanes que esa misma noche partimos la pana en un famoso garito de Praga, cercano a la plaza del centro. Pues bien, durante el día visitamos los monumentos, fortalezas y castillos más importantes de Praga, caminamos por el puente de San Carlos y subimos a la Praga antigua, a ver la catedral y las preciosas vistas que desde lo alto se podían divisar.

De nuestra andanza por Praga se puede contar alguna que otra anécdota, que al recordarlo, a más de uno le hará esbozar una sonrisilla, y es que, por ejemplo; Irene, ¿qué pasó con tus chanclas?; o el propio Garci y yo perdimos al grupo porque nos pudo el ansia de aquel perrito grasiento que nos llamaba con tanto fervor; por no hablar del timo que nos hicieron en aquel Change, al cambiar euros por coronas checas. ¡Menuda estafa! Y si ya nos adentramos en la noche, que manera de arrasar con Praga, fue una noche inolvidable (para lo bueno y para lo malo) pero en general, estuvimos inmersos en una pelea entre rumanos y búlgaros, y de éstos últimos acabamos siendo colegas incluso fuimos invitados a alguna copa que otra. También fue la famosa noche en la que conocimos a hinchas del River Plate, los cuales nos enseñaron como se estila el hooliganismo argentino durante el amanecer de Praga. Y por ultimo, decir que no le preguntéis nada sobre esa noche a Zoydo, porque no se va a acordar. Jejeje.

Al día siguiente, la resaca nos impidió salir a conocer algo más de la ciudad, (es lo que tienen los interrailes, que mezclar la fiesta hasta altas horas de la madrugada y al día siguiente hacer turismo, es duro), por lo que estuvimos tirados en el albergue (salvo Olga, que se animó y estuvo visitando algún lugar de interés) hasta el mediodía que, tomamos rumbo hacia Bratislava, donde llegamos sobre las 5 y pico de la tarde.

Garci nunca olvidará la llegada a Bratislava, ya que, como si de película de mafiosos se tratara, al pisar anden y encenderse un cigarrillo, CATACROCK, dos policías le acordonaron, y como si de un muelle en el brazo se tratara, evitando un disloque de codo, se desenfundó, al igual que el capuchón de aquel bolígrafo para enchufarle una multa de ¡¡15 euros!! Qué mal presagio ante la que se nos podía venir encima en aquella ciudad, porque fue salir de la estación y empezar a ver gente rara, así como una mezcla entre bolivianos y rumanos. La cosa mejoró cuando nos aproximamos al centro, que aunque vimos poco, la ciudad no tenía mucho más debido a sus escasas dimensiones, también disfrutamos mucho.

 

Por la tarde divisamos la ciudad desde un palacio, del que había una panorámica bastante buena de toda la ciudad, después nos metimos en un restaurante, en el que nos atendieron bastante bien (ya que nos dejamos medio presupuesto del viaje en la máquina de poner canciones, que aquello se convirtió a ver quien ponía la mayor mariconada…), y tras la cena, fuimos a ver el cotarro que había en las calles del centro. Nos encontramos con muchísima gente de fiesta, ya que era sábado, y unas peculiares estatuillas distribuidas aleatoriamente por las calles céntricas, que eran muy curiosas. Aunque a Chechu le pesara (porque quería seguir de fiesta, y más después de ver las autóctonas cachondas que abundaban) a las 5 de la mañana estábamos hechos polvo, y nuestro tren a Budapest salía a las 7 de la mañana (aunque luego se retraso más de tres horas) así que decidimos ir a dormir a la estación. Quién tenga curiosidad por saber como fueron aquellas tres o cuatro horas de sueño en la estación, que le pregunte a Chechu y olga, que fueron los únicos que pudieron hacer guardia y cuidar de nosotros.

Por fin, a las 10 casi, pudimos coger el tren que nos llevaba hasta Budapest, ciudad a la que llegamos al mediodía.      

 

 DÍA 13, 14 Y 15 (12, 13 y 14 de julio) Budapest – Balaton – Héviz

Llegamos el domingo al mediodía, y después de encontrar un alojamiento muy peculiar, ya que era una mezcla de edificio de oficinas y habitaciones rehabilitadas,( la verdad es que fue un triunfo, porque salimos a menos de 10 euros por cabeza), comimos en un Burguer, y fuimos a por el sello del Gellert (balneario más famosos de Budapest), aprovechando el día de sol, nos tiramos toda la tarde entre la sauna, la piscina de olas y la piscina caliente de interior, ¡ Qué maravilla!

  

Tras el día de relax, del que toda la expedición disfrutamos, la señorita Lauriki se digno a cocinarnos unos espaguetis (que nos comimos en el suelo de nuestra planta de hotel) en la mini cocina de la que disponíamos, aunque he de reconocer que estaban tremendos. Y tras esa cena, “se debatió” sobre si salir por la noche o no. Los que salimos, que al final fuimos casi todos, disfrutamos como niños de unos toboganes gigantes que aprovechaban la inclinada montaña Gellert, todo ello acompañado de unas costosas botellas de vodka y alguna que otra lata de cerveza.

A la mañana siguiente, la idea era la de visitar el lago Balaton, y tras un madrugón de escándalo, perdimos (o eso nunca se sabrá), el primer tren, por lo que tuvimos que esperar unas cuantas horas en la estación.

Algunas de las fotos ilustran la situación delicada por la que atravesó el grupo, con disputas internas, pero nada que no arreglaran unas buenas cervezas y un buen baño en otro Balneario Húngaro, en esta ocasión era el de Héviz, que tenía aguas ligeramente radioactivas y con olor a huevo podrido. Pero fue una gran experiencia.

 

La idea principal era la de pasar la noche a la intemperie a pies del lago Balaton, pero una inesperada huelga de transportistas nos obligó a regresar a Budapest al anochecer. A la mañana siguiente, llovía a cántaros, y era el día elegido para ver Budapest. Como buenos aluchinos, que llevamos dentro el gen de la determinación, nos decidimos, a pesar de la lluvia, a visitar Budapest, y así fue, el puente de las cadenas, la ciudadela, las calles y monumentos del casco antiguo, el parlamento (para mi lo mas bonito de Budapest), la catedral, y las amplias y grandes calles de tiendas de la capital húngara. Cuando cayó la noche, nos tocó despedirnos, emotivamente del trío que tantas alegrías venia dando al grupo, Jimy, Chechu y Fer, nos decían adiós, ya que su programación de Interraíl seguía otros derroteros.

De Budapest, personalmente tengo un consejo que contar, y es que toda aquella persona que tenga una estatura considerable, que tenga cuidado con las señales de trafico, ya que están colocadas excesivamente bajas, y existe el peligro de rajarse la cabeza. (Lo digo por experiencia). Otra anécdota que contar, se debe a la doble caída que sufrió Zoydo, una sin avisar (y que solo vio chechu), y la otra fue preavisada, - mira como salto la valla… catacroker, ¡¡al suelo!! 

 El resto de la expedición, Olga, Irene, Lauriki, Zoydo, Garci, Capello y yo, pasamos la noche en aquel indescriptible hotel, y a la mañana siguiente, un nuevo tren nos llevaba a Viena.

 DÍA 16 Y 17 (15 Y 16 de julio) Viena

Llegamos a Viena por la mañana, y tras la gran operación que realizamos telefónicamente, conseguimos alojarnos en un hostal intimo, dirigido por una pareja de ancianos, muy majetes. Acto seguido salimos a ver la ciudad, después de lo recorrido, ya habíamos dejado la lluvia atrás; y el calor aplastante nos acompañó en nuestra visita a la ciudad donde creció musicalmente Mozart. Lo de Viena no tiene nombre, quizás por ser una de las 3 ciudades mas bonitas de Europa, o quizás porque bombardea al turista con monumentos, esquina tras esquina, o quizás porque fue ahí donde España se coronó campeona de Europa, Viena tiene algo especial, que asombra a cualquiera que la visite. Durante todo el día estuvimos viendo el centro, albertinaplatz, el ayuntamiento, el parlamento, las distintas iglesias que abundan en cualquier esquina, la catedral etc.…

Tras un agotador día, acabamos la noche, frente al ayuntamiento, tomando latas y latas de cerveza, e inmersos en plenas discusiones interraileras, que siempre surgen, y que oponen a las personas según su forma de pensar, son muy típicas pero muy necesarias.

En nuestro segundo día en Viena, por la mañana lo aprovechamos para ver los jardines de la residencia de verano de Sisi emperatriz, a mediodía nos dirigimos al Prater de Viena, donde esta ubicado el estadio Ernest Happel, y allí nos retratamos, en el estadio donde España, 15 días antes, se había coronado reina de Europa, futbolísticamente hablando.

Por la tarde, como hacia bastante calor, fuimos a orillas del Danubio, a su paso por Viena, en una zona totalmente equipada para bañistas, y nuevamente allí sellamos el agradable bañito en el Danubio, con su posterior helado “vienés” de 5 bolas de diferentes sabores. ¡Increíble!

Por la noche, el destino nos llevaba a Innsbruck, en un tren en el que nos deberíamos haber bajado a las 6 de la mañana en la capital del Tirol, y que por cosas que tiene la vida (emborracharse en el tren hasta no poder más, y peor aún, emborrachar a niñas austriacas de 15 años) casi llegamos a la frontera con Suiza, donde nos tuvimos que bajar y tomar un tren de regreso a nuestro destino, Innsbruck.

DÍA 18 (17 de julio) Innsbruck – Salzburgo

Tras habernos dormido en el tren, y habernos pasado nuestra parada, llegamos a Innsbruck a las 8 de la mañana (pensándolo bien, la pifia de dormirse en el tren no nos salió tan mal), y nos pusimos en marcha, una ciudad muy pintoresca, rodeada de montañas que no tenían fin, y su núcleo de población bastante reducido. Pudimos entrar en el Tivoli Stadium, (entrar significa, meterse en el césped del campo, corretear, sentarse en los banquillos, y casi meternos en los vestuarios).

Tras la incursión en el estadio, nos fuimos a ver la ciudad, sus callecitas estrechas, su casas tirolesas, la niebla y las nubes que nos rodeaban, todo era especial.

El museo de Swarovski, varias iglesias, el río y los puentes, el arco del triunfo. En general, con medio día bastaba para ver y apreciar la cultura de la capital del Tirol.

Al mediodía, cogimos un tren con destino a Salzburgo, en este caso, la otra mitad del día bastaría para visitar, y también apreciar la vida que se estila en esta ciudad.

 

Llegamos a Salzburgo sobre las 5 de la tarde, y nos pusimos en marcha, el camino real, los jardines cercanos a la residencia donde estudió mozart, el castillo medieval que corona la cima de la ciudad, y las callecitas del casco antiguo, mucho que ver en esta ciudad, aunque todo bastante aglutinado, lo que nos hacia ganar tiempo y ver más cosas.

  

Esa misma noche, aprovechamos para despedir a Lauriki, Garci y Capello, quienes emigraban a tierras alemanas en busca de Saúl, y sobretodo, del “Love Parade”. La despedida fue en la estación de trenes de Salzburgo, aunque previamente, disfrutamos de una cena, en un Italiano, que aun recuerdo con bastante apetito, ya que hacia unas pizzas y unos platos de pasta que te quedabas boquiabierto.

Tras una nueva y triste despedida, volvíamos a quedar los 4 del principio, Olga, Irene, Zoydo y yo. Con nuestra próxima meta en mente, Ljubljana y el lago Bled, perteneciente a Eslovenia.

 

Pagina   1 2 3