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DIA 3: 01 de Mayo - Vatnajökull, el glaciar mas grande de Europa
DIA 4: 02 de Mayo - Atrapados en la nieve!!

 

 

 

 DIA 3: 01 de Mayo - Vatnajökull, el glaciar mas grande de Europa

Aún con la resaca montañera de la noche anterior, recogimos las mochilas y a los coches. A medio camino entre Vík y el Parque Nacional Skaftafell, paramos en una gasolinera para llenar el depósito de uno de los coches (el que no se había quedado sin gasolina el día anterior). No iba a ser más que un respostaje rápido, o eso teníamos previsto, hasta que descubrimos ¡un campo de fútbol! Se disputó un mini partidillo de ALUCHINOS contra ... ALUCHINOS también y se comprobó la excelente calidad del césped islandés, a pesar de las nieves de los meses anteriores.

Llegamos a Skaftafell. Nuestra primera visita era Svartifoss o “cascada negra”. Impresionantes las columnas de basalto de origen volcánico alrededor de la caída de agua; estas columnas tienen esa forma debido a la manera en la que se ha ido cristalizando la lava, en contacto con la atmósfera, a través de los años. Para llegar a ella, hay que seguir el cauce del río que se desprende de la cascada. Desde el área de acampada, se tardará algo menos de una hora. Una de las imágenes de este viaje tiene esta cascada de fondo; CHEMA, WICHO y BERNON, cada uno sobre una de columna, a distintos niveles, en un rollo muy de portada de disco de los Beatles.

Hacemos un alto en el camino para hablaros de un concepto vital de los viajes, PITY o PENA. ¿Qué por qué sacamos este término a relucir ahora? Bien, volvíamos de visitar Svartifoss y nos encontramos frente una explanada cubierta de hierba amarilla en la que poder tirarnos a gusto; como es un paraje natural, en este caso no hablaremos de TOXICIDAD. Allí estábamos tumbados, la mayoría quedándonos un poco sopa cuando se inició el espectáculo de VOLTERETAS ACROBÁTICAS dirigido por CAPELO. En una de éstas, alguien cayó sobre una bola de hierbajos que había en suelo. Con el rollo afro que desprendía, CHEMA se la puso a modo de peluca y al momento, PILI, ELENA, ALI y yo, nos plantamos en forma de número 1 (dos a cada lado) emulando el anuncio del 11811, un teléfono de información gratuita. Os preguntareis si en ese momento ya estábamos DANDO PENA. Bueno, seguramente sí, pero con la excusa de estar posando para una foto lo tenemos resuelto ... Realmente, PENA empezamos a dar cuando se descubrió que la bola en cuestión que CHEMA tenía sobre la cabeza estaba llena de gusanos. Claro que el límite entre PENA y SELLO (el SELLO es todo acontecimiento digno de remarcar en el currículum viajero; actividades que no te puedes perder cuando viajas a un país determinado o un país en sí, mismamente) es muy fino, así que como eran lombrices islandesas, en esta ocasión fue un SELLAZO.

Los POLLUELOS y asiduos de las crónicas del www.diamanteescarbon.com deben saber que la PENA puntúa. Acumulando puntos de PENA o PITY POINTS, se llega a estar en la lucha por el PITY AWARD. A lo largo de una jornada se pueden conseguir diversos puntos, ya que se evalúan las situaciones por separado y no el cómputo general del día. Ejemplos de hechos puntuables en una sola tarde en un viaje cualquiera a los Fiordos Noruegos: vuelo de Madrid a Torp con Ryanair, con lo que eso supone; llegar al aeropuerto y no cambiar los euros a coronas noruegas porque todos los chiringuitos del aeropuerto están cerrados y sólo son las 7 de la tarde; usar las coronas noruegas del viaje de tu hermano hace dos años que llevas de recuerdo en la cartera para poder pagar un billete de autobús que te lleve a la estación de tren (por supuesto, el importe no es ni mucho menos el exacto); después de una hora en el autobús, que ahora se encuentra parado en mitad de la nada, acercarte al conductor para preguntarle cuánto queda para la estación de tren; escuchar de boca del mismo conductor que te dijo que te avisaba cuando llegaseis que era la primera parada que pasasteis; una vez en la estación, descubrir que sigues sin dinero para el billete y que el único sitio donde cambian es un McDonalds a tomar viento; cuando se acerca el revisor, eso sí, ya sentados en el tren como si nada, confirmarle que no tienes billete; pagarlo con la única tarjeta que hace brillar los ojos de la revisora, en este caso: la visa oro de empresa; una vez en Drammen, donde se coge el tren nocturno a Bergen, decidir si se va primero al baño o a cenar un perrito de un puesto callejero; ir al baño y quedarse encerrado; cuando por fin consigues salir, darse cuenta que el puesto está cerrado y te quedas sin cenar; tirar de la comida que llevas en la mochila para el desayuno del día siguiente y finalmente, esperar dos horas en la estación (sin ninguna esperanza ya de que pase el tren), quedándote dormido. Si con ésto, ese año el PITY AWARD no es tuyo, no desesperes es que la lucha por la PENA suele estar más que reñida.

Ya  en dirección al área de acampada de Skaftafell, montados en los coches, decidimos parar en un llano desde el que se veían las tres lenguas de glaciares que asomaban por entre las montañas. La más grande, la central, pertenecía al glaciar Skaftafellsjökull, a dónde nos dirigíamos. En esa explanada había, sin venir a cuento, los restos de unas estructuras metálicas super raros. Un cartel, a un lado de los hierros, informaba que eran las partes de un antiguo puente que había colapsado. Pero, ¿qué ve realmente un viajero ALUCHINO en esa amalgama de piezas enormes sin sentido? ¡Un parque de atracciones! Claro que sí y allí que nos quedamos.

Comimos, tirando de MOCHILA ALIMENTICIA, en el área de acampada del Parque. Después de comer, enfilamos el camino hacia el glaciar con el coche saltándose los límites de lo legal. Ponemos a la gente en situación, había una carreterilla en dirección al Skaftafellsjökull. Es verdad que en la carretera había un cartel que claramente decía “No Pasar con Coches” en islandés y unos pivotes indicando que mejor detuvieras el vehículo. Lo que ocurrió fue que estábamos solos en el parque, no había ni Perry por allí y encima, el todoterreno en el que nos habíamos colocado los 12 (a saber, PILI, BERNON, WICHO y yo en la baca, el resto en el interior del vehículo con, creo, SULE conduciendo y SANTI, en el capó delantero) cruzaba perfectamente por encima de los pivotes. Pues, ¿para qué queremos más? Para allá que fuimos. Luego, aparcamos cuidadosamente el coche en la zona en la que ya desaparecía la carretera y seguimos en marcha al glaciar. Es muy fuerte comprobar cómo la lengua del glaciar se ha ido retrayendo a medida que han pasado los años; en el camino, existen unas estacas de madera marcando dónde llegaba en años anteriores.

Una vez delante del Skaftafellsjökull y movidos por la DETERMINACIÓN viajera, decidimos subirnos al glaciar y hacer una ruta libre. Para ello, primero había que saltar un riachuelo que había formado el deshielo del glaciar; no parecía tarea complicada. Un poco de carrerilla, salto con impulso delantero y ... ¡la mitad del grupo, de lleno al río! La excursión por el glaciar estuvo muy chula; resultó que el hielo acumulado en estas zonas es realmente azul y no blanco como parece desde lejos; el glaciar no deja de moverse, a cada paso no paraban de escucharse un montón de ruidos y la pendiente de las aristas por las que íbamos pasando, afiladísimas, hacían perder el equilibrio a las deportivas de algunos. Daba un poco de respeto, no lo vamos a negar. Cuando todos los grupos que se formaron estuvimos frente al coche, nos pusimos en ruta hacia Jökulsárlón, una laguna de 17 kilómetros cuadrados de superficie y 600 metros de profundidad, en la que flotan miles de icebergs procedentes del glaciar Breiđamerkurjökull. Pero no todo iba a ser tan fácil, ¿no?

  

Llegando al área de acampada del parque, liándola con los 12 en el mismo todoterreno (ver la configuración anterior para más detalles) y a punto de salir de la carretera por la que no teníamos que haber pasado, nos topamos de bruces con ¡el guarda! La multa estaba asegurada; siempre podíamos alegar que no entendíamos islandés (os hemos comentado que el “No Pasar” estaba en su idioma) pero es que por debajo, la frase venía escrita en perfecto inglés y si habíamos entendido que estaba penalizado saltarse los pivotes cuando nos lo dijo el hombre, a ver quién se echaba ahora atrás fingiendo amnesia lingüística. Vamos, que estábamos pillados. Una lección aprendida por los POLLUELOS en Islandia fue que, sí, está bien saber algo de idiomas pero que a veces, es mejor hacerse el sueco cuando te hablan en inglés. El caso es que, por unas razones u otras y dando muchísima pena (en este caso, no de la puntuable), conseguimos salir del parque sin la multa y con la promesa de “portarnos mejor” en próximas visitas.

Jökulsárlón está convenientemente escondida una vez pasado el Vatnajökull, un glaciar aún más descomunal que los anteriores; no en vano es el mayor de Europa. Y digo escondida porque sólo nos dimos cuenta que la habíamos pasado al cruzar el puente que está sobre su desembocadura. Aprovechamos una pista de gravilla en el margen de la carretera para dar la vuelta y ver el atardecer entre icebergs. Pero ya se sabe cómo es ésto, el DIAMANTE no puede estar quieto.

  

El sábado pasado, 06/07/2008, venía en El Viajero (el suplemento de El País) un resumen de fotos de los viajes de verano. Una de ellas, era la imagen de una chica en bikini que se adentraba en las aguas azules de ... ¡la Jökulsárlón! Impresionante la foto y la tía en cuestión, porque el agua en verano, no supera los 6º C. El caso es que esta imagen me hizo acordarme de cómo acabó la aventura ente icebergs. La laguna no sólo es tan sorprendente por las dimensiones, los icebergs desprendiéndose de la lengua principal o por la hora tan buena a la que llegamos; entre los icebergs, es sumamente fácil encontrarse varias focas flotando. Ya no sé bien si fue por las focas o por puro aburrimiento, pero en menos de lo que se tiran dos fotos del mismo paisaje con distinta luz, CHEMA se había cruzado dos icebergs y estaba en uno algo más grande, que parecía no moverse tanto. Como si de una reacción en cadena se tratara algunos más no se lo pensaron y tras comprobar lo difícil que era acercar a CHEMA (que trataba de volver haciendo equilibrios sobre uno de los icebergs pequeños) a la orilla, se lanzaron todos a la conquista de la laguna. El único problema de esta expedición es que tenían que volver o acampar en el iceberg en el que se encontraban, porque la cabaña que habíamos reservado estaba a las afueras de Höfn.

Las cabezas “pensantes” en el lado terrestre de la laguna, ideamos un plan para acercar uno de los icebergs canis y dejarlo a tiro de salto olímpico. Para ello, empezamos a lanzar piedras, primero más pequeñas hasta que empezamos a ensañarnos con las grandes, que crearan un oleaje tal que arrimase el iceberg. Pasado un tiempo y sin motivo aparente para el éxito, el intento funcionó y pudimos traer a los chicos de vuelta. ¿A todos? No, a todos no; CHEMA seguía flotando encima de la laguna. A la desesperada, enganchamos el iceberg con las manos para evitar que se lo llevara la corriente y empezamos a tirar de la punta. Al mismo tiempo que CHEMA saltaba a la orilla, mi pierna se sumergió completamente en la laguna. De poco sirvió el Goretex de las botas o la ropa de esquí, ahí se caló todo. La historia es que yo continué tan tranquila y sorprendida de que no estuviera tan fría como pensaba, de hecho no estaba ni fría, era más una temperatura neutra. Pasados cinco minutos, empecé a notar que el agua algo congelada estaba y dejé de notar la pierna. Decidimos ir al coche a cambiarme y lo encendimos para que funcionara la calefacción. Cuando el resto regresaron, ya estaba con el nuevo modelo y con el pie pegado al calorcito aunque tardó en hacer efecto.

En Islandia existen diversas maneras de alojarse. En las áreas principales, las ciudades más importantes en cada punto cardinal de la isla o en las zonas turísticas de más renombre, es fácil encontrar hostales. Como la mayoría de ellos dependen de la red de Hostel International, podéis encontrarlos en Internet sin problemas (en páginas del estilo www.hostelworld.com). Fuera de Reykiavík, muchos de los hostales cuentan con su propia piscina termal. Otra de las opciones y si el tiempo lo permite, es la acampada. Islandia tiene un montón de zonas de acampada libre, por lo que también resulta la más económica. Y por último, las granjas y cabañas que los islandeses alquilan para grupos. Normalmente, suelen requerir que la gente se quede una semana (sobre todo en temporada alta) pero nosotros no tuvimos problemas en alquilarlas por una noche sólo. Haciendo una búsqueda en la red, es fácil encontrar los nombres y contacto de los dueños aunque si no quiere llevar nada cerrado, una vez en el país existe en cada zona de acampada el contacto del personal que alquila las cabañas de esas áreas. Una llamada de teléfono, desde una de las cabinas públicas, y se acercan a darte las llaves o directamente, te dicen dónde está para que entres en ella.

  

De camino a la cabaña, paramos en un supermercado para comprar algo de comida que empezaba a escasear. Habíamos quedado en una gasolinera a la entrada de Höfn con el dueño de la cabaña, Sigurdur Kristinsson, que nos iba a guiar hasta cerca de dónde se encontraba la casa. Antes de despedirse con el “Follow me”, que se degradaría el resto del viaje, nos dijo que al llegar a la cabaña, nos acercáramos a la casa roja y cogiéramos de allí la llave que habría nuestra puerta. La cabaña estaba situada en una población cercana a Höfn (concretamente en Breiđdalsvík). Tenía dos habitaciones dobles, con literas y luego, un sobre techo encima del salón al que se accedía por una escalera. Si se viaja en grupo, merece la pena quedarse en este tipo de alojamientos y la casa es muy recomendable. Os dejamos aquí los datos de contacto por si pudiera interesaros.

Cabaña de Hofn: Pagina Web: www.vortex.is/sissi contacto: (Háaleiti - Sumarbústađaleiga. Skarđi 760 Breiđdalsvík. Teléfono 475-6798. Movil: 854-6798 Email: haaleiti@hotmail.com)

CHEMA e Irene fueron los chefs de la noche currándose un Arroz a la Cubana (freímos hasta los plátanos) super bueno y escalonadamente, fuimos cayendo uno tras otro. Los únicos que aguantaron fueron los jugadores de POCHA, que llevan un horario alternativo.

 

 DIA 4: 02 de Mayo - Atrapados en la nieve!!

El cuarto día supuso el inicio del CONTRAVIAJE, que es la ruta alternativa que se sigue cuando al llegar a un país compruebas que es imposible continuar por el camino previsto. En el viaje a la INDIA, NEPAL y BANGLADESH de 2007, el CONTRAVIAJE comenzó una mañana lluviosa de mediados de Agosto en Katmandú, al enterarnos que, tras varios días de huelga en las compañías aéreas que volaban a Calcuta, la forma más viable de salir de Nepal era a través de otro país. Y así, terminamos navegando por la desembocadura del Ganges cuando el río pierde su nombre de divinidad hindú en Bangladesh.

Lejos del calorcito monzónico veraniego, ya hemos repetido un par de veces a lo largo de esta crónica que nuestra idea inicial era bordear la isla en su totalidad. El problema es que no viajamos en la época del año más idónea para este propósito, porque al ser todavía Mayo no toda la isla se había desprendido de la nieve. Una de esas regiones, todavía afectada por las nevadas era la zona noreste de Islandia pasados los Fiordos del Este.

Para llegar a los Fiordos del Este, parte del recorrido del día, había que seguir la carretera que va de Höfn (donde nos encontrábamos aquella mañana) hasta Egilsstađir. Una vez allí, decidimos seguir hasta la ciudad más transitada de estos fiordos, Seyđisfjörđur. En vez de continuar por la Carretera 917, nos quedamos en la Ring Road sorteando la nieve y ... Nos estamos adelantando un poco, ¿no?

Vamos a empezar temprano, cuando todos amanecimos y tirando de vasos de leche calentitos, ocupamos nuestras posiciones en los coches. Este viaje será recordado por las horas de sueño que invirtió en él cada participante; cada vez que alguien pillaba el coche, no lo dudaba, A OSTIARSE. Con este término tenemos un problema ético, ¿estar dirigiéndose a POLLUELOS significa que nos encontramos en un perpetuo horario infantil? Mmmmm ¡Después de darle muchas vueltas, llegamos a la conclusión que la CULTURA no ocupa lugar así que proseguimos con la explicación! OSTIARSE, POLLUELILLOS, no es otra cosa que planchar la oreja, echarse una cabezadita, quedarse completamente dormido. ¿Es necesario estar cansado para OSTIARSE? La respuesta es no; en un viaje, el nivel de sueño no es proporcional a las horas que uno haya descansado anteriormente al mismo. Estudios indican que el efecto somnífero de los asientos de cualquier medio de transporte ataca a los VIAJEROS DIAMANTINOS y que, esta enfermedad del sueño (sufrida por viajeros tan renombrados como los hermanos DE ALBA y su ya famoso número circense, el QUEBRAMIENTO DE CUELLO) lamentablemente no tiene cura.

Con el Vatnajökull de testigo lejano, partimos hacia lo imposible. Tras recorrer unos kilómetros a través de los entrantes y salientes que el mar ha ido formando a lo largo de la costa, llegamos a Djúpivogur en el margen derecho del Berufjörđur. El recorrido por estos lugares lo fuimos haciendo en los coches, ya que las distancias eran lo suficientemente grandes como para hacerlas a pie sabiendo que cinco días más tarde, teníamos que estar de vuelta en Reykiavík con la evidencia de haber recorrido la isla en el bolsillo. El ansia de SELLOS se hacía inevitable entre el grupo.

Pero volvamos al tema de siempre, el deshielo. En Islandia, a pesar de las nubes que nos acompañaron gran parte del camino (que lo mismo te caía la granizada de tu vida como dos kilómetros por delante, te asabas como un pollo con los tres forros polares a tus espaldas), las temperaturas habían empezado a aumentar derritiendo la nieve acumulada en invierno. Ya sabéis que al principio, la FLIPADA con el tema “cascadas” era monumental y si bien es cierto que tras ver tres o cuatro, la cosa empezaba a mitigarse, aquel día de aburrimiento en los coches rodeando fiordos, nos paramos en la primera catarata que encontramos. No estaba necesariamente en el mapa ni era la más espectacular que hubiéramos visto hasta el momento; de hecho, en los planos de la isla, no hemos conseguido localizarla. Tiene toda la pinta de ser una de esas cascadas de caudal suficiente que se forman en primavera y no siempre en el mismo lugar, pero para el contingente ALUCHINO fue la excusa perfecta para levantar el culo del todoterreno, que ya empezaba a tener forma de asiento.

Aprovechando la parada y con eso de poder estirar las piernas, nos dedicamos a lanzarnos cual cabras montaña abajo, montaña arriba. ¿Consecuencia? Un tobillo siniestrado con un grado medio de molestia; o sea, el típico movimiento chorras que hace que se doble alguna parte de las extremidades sin motivo aparente. Aún no lo sabíamos pero aquel día iba a ser muy accidentado para los integrantes de la expedición ...

Cuando nuestra curiosidad por el entorno estuvo saciada, pusimos rumbo a Seyđisfjörđur. Una vez allí, visita inevitable a la farmacia para engordar el Botiquín con vendas y el Reflex islandés de turno. Dado que nuestra estancia en la ciudad coincidía con la hora de la comida, aprovechamos para acercarnos a un supermercado. Los centros comerciales que vimos de refilón en la isla no están nada mal, tampoco los supermercados. Normalmente, a la entrada, tienen una zona con mesas y un microondas por si al vecino islandés le entra un hambre irreversible después de hacerse con alimentos para su hogar. A nosotros, esta historia nos venía de perlas y allí que nos sentamos a compartir mesa con unos mini islandeses muy majetes a los que se aprovechó para CULTURIZAR a ritmo de castellano de calle o de ALUCHE. Si no recuerdo mal, “TU PUTA MADRE” fue lo más light que terminaron diciendo los chavales.

A partir de este momento, y con el tobillo como muestra de lo que se avecinaba, la INCOSCIENCIA se apoderó del grupo. En nuestra defensa juega el hecho de que tener encerradas a 12 personas en 2 coches, 15 de las 24 horas del día provoca que el personal se trastorne. Si a eso se suma, la capacidad del colectivo DIAMANTINO para provocar “catástrofes” en los países que visita y que ya se iba un poco colocado con el olor del Reflex, no cabe la menor duda: ¡se estaba preparando una buena! Para dar una lección magistral sobre la INCOSCENCIA, sólo necesitábamos tres cosas: un parque natural sepultado por la nieve, un todoterreno equipado con ruedas capaces de quedarse pegadas a cualquier tipo de superficie y material viajero que hiciera volar la imaginación. Recordar a los POLLUELOS que, en esta ocasión, para alcanzar la cota de INCOSCIENCIA máxima no fue necesaria la ingesta de alcohol previa aunque son términos (INCOSCIENCIA y CHUZO) que suelen ir emparejados.

El escenario elegido para la hazaña fue la Ruta Öskjuleiđ, en la carretera que lleva a Askja, una caldera descomunal en la que se encuentra el Öskjuvatn, el lago más profundo de Islandia. Por supuesto, nuestro enemigo número uno del viaje no iba a permitir que nos acercáramos mínimamente al objetivo. Tan entretenidos estábamos con los pocos animales que se cruzaban a nuestro paso, que aunque la carretera estuviera empezando a desaparecer bajo la nieve, nadie pareció percatarse. Sólo cuando el primero de los todoterrenos, el que ya había sucumbido a las inclemencias de Vik, paró en seco y vimos el chorro de nieve que salía de debajo de sus ruedas sin lograr movimiento alguno, entendimos que había que bajarse a empujar. Como copiloto del segundo todoterreno, me había tocado la “feliz” tarea de ir mirando el mapa. El problema es que, algo debía estar mal en el plano, porque a todas luces y si no nos habíamos confundido en el recorrido, estábamos sobre un lago!!. Recuerdo mirar a todos lados, intentando encontrarlo pero nada, allí sólo había nieve apilada y algunas pequeñas montañas; bueno, eso y dos todoterrenos (SANTI al volante de uno de ellos) y el equipo, desperdigado por el suelo y los coches. Tan abstraída estaba intentando buscar el lago que empecé a dar vueltas en círculos alrededor de los coches. En una de estas vueltas, ocurrió algo raro y que precipitaría el momento de INCOSCIENCIA MÁS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS, o por lo menos del viaje a Islandia. De repente, sin venir a cuento, un crujido. Y después otro, misteriosamente similar a los que escuchamos en el Skaftafellsjökull.

¿Hielo? Pero ahí, no había hielo, sólo nieve y ... ¡el lago congelado a nuestros pies! Sí; los coches se habían quedado parados encima de una capa lo suficientemente fuerte de hielo pero que empezaba a quejarse con tanta danza por encima. Una vez conscientes de la situación, tocaba actuar con rapidez. CHEMA, curtido en los viajes “in extremis”, puso en marcha al resto del dispositivo para colocar una esterilla bajo cada una de las ruedas del todoterreno (después de haber escarbado la nieve sobrante). Con ésto y la lógica de nuestro lado, se suponía que el todoterreno se deslizaría marcha atrás y podríamos volver a la carretera. El único inconveniente del plan es que cuando SANTI arrancó, la mano de CHEMA aún estaba sobre una de las esterillas y fue atropellada por una de las ruedas (posteriormente, bajo una de las ruedas) y aunque surtió efecto, el todoterreno terminó avanzando escasos metros para volverse a hundirse en la nieve.

     

Con CHEMA dolorido y la gente flipando por lo surrealista de las circunstancias, SANTI y las chicas nos subimos al todoterreno hacia una casetilla de supervivencia que creíamos haber pasado unos kilómetros antes. En efecto, en unos minutos que parecía no se iban a terminar nunca, divisamos la cabaña de plástico con la señal de S.O.S. en la entrada. SANTI y yo nos bajamos dispuestos a encontrar una cuerda con la remolcar el coche. Una vez dentro, lejos de localizar una cuerda, nos topamos con todo tipo de latas de supervivencia para que cuando finalmente llegaran a rescatar a uno, se encontraran a una bola incapaz de salir por la puerta. Pero a la entrada del caseto había otra cosa, una cosa en la que no habíamos reparado: ¡una cadena! La misma que sujetaba la cabaña al suelo y que SANTI (con una ayuda nula por mi parte) consiguió sacar de la tierra, estaca metálica incluida. Pero, como en todos estos casos, la historia terminó bien, con la mano de CHEMA hinchándose por momentos tipo shrek y mi tobillo algo resentido de tanta tralla. Emulando a Juanito Oiarzabal en sus mejores tiempos, usamos lo que ya se conoce como NUESTRA EXPERIENCIA EN LA MONTAÑA y tras enganchar la cadena, como pudimos, al primer todoterreno, éste terminó cediendo y volviendo a la carretera.

Con el susto en el cuerpo, seguramente no lo suficiente, volvimos a la Ring Road y pusimos dirección a Mývatn. Esta zona engloba un conjunto de aproximadamente 50 islas pequeñas en lo que anteriormente fue un área de fuerte actividad volcánica. La entrada al pueblo principal y donde terminaríamos quedándonos a dormir, Reykjahlíđ, la hicimos a través del paso de Námaskarđ. Antes de llegar al pueblo, paramos en Hverarönd, una franja metamorfoseada por la actividad geotérmica y convertida en un depósito de sílice y azufre que se extiende sobre el suelo. A cada paso, fumarolas y solfaratas desprenden gases y barro en ebullición junto a un olor nauseabundo; todo un canto a la TOXICIDAD.

Una vez en Reykjahlíđ y sin alojamiento previsto para ese día, nos acercamos a la zona de acampada libre de Hilđ. Estos sitios están super bien equipados, con baños, zonas comunes y mesas donde montar el picnic. Como nosotros, finalmente decidimos no tirar de tiendas para cargar con menos bártulos, estuvimos dando una vueltecilla por el campo de lava en el que se encontraba hasta que SULE dio con el teléfono de una persona que alquilaba una cabaña, colgado en la pared del centro de visitantes (consecuentemente cerrado). Tras una breve llamada, SULE nos informó que la llave de la cabaña se encontraba bajo el felpudo y que quedaríamos más adelante con el dueño para pagarle ... Nueva muestra de la confianza islandesa a prueba de bombas. Al igual que la noche anterior, la nueva cabaña estaba genial y allí pasamos un buen rato. Tras la cena y la POCHA, que no podía faltar, a la cama. Habíamos llegado al meridiano del viaje.

 

 

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