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16 de Agosto- Kathmandú, el descubrimiento de la cultura newar

17 de Agosto- Patan y Bhaktapur, el valle de Kathmandú

18 de Agosto – Baño entre elefantes en Chitwan

19 de Agosto - Kathmandú, de compras por Thamel

 

16 de Agosto- Kathmandú, el descubrimiento de la cultura newar

El viaje se hizo más duro de lo normal, abrasados como estábamos, y muy largo x lo agotados que acabamos en ese autobús de respaldos duros y rígidos donde era muy complicado conciliar el sueño. Por lo menos no hubo paradas no planeadas por el camino ni pasajeros inesperados.

A la llegada a la capital de Nepal, elegimos un hostal en la Lonely Planet (el Hotel Ganesh Himal precios:

Single = $9.00 Double = $12.00 Triple = $18.00

y le dimos la dirección al conductor para que nos llevara allí. Resultó ser un callejón difícil de encontrar, cerca del concurrido barrio turístico de Thamel, donde el  autobús no pudo entrar así que nos toco un paseíto cargados con las mochilas hasta el sitio.

Siendo de madrugada y con dudas de encontrar sitio para doce personas a la primera, una avanzadilla de 2 personas se acercó a hablar con el dueño para asegurarse que había sitio para los 12 y negociar el precio. Al final se acordó una distribución en 4 habitaciones dobles y triples por un precio en dólares que nos pareció adecuado, y el resto de la comitiva bajó del autobús que había quedado “secuestrado” hasta estar definitivamente instalados.

Llegamos y nos acostamos. Unas horas más tarde, tras un buen desayuno en el hostal (los desayunos solían ser unos homenajes) nos preparamos para nuestro primer día en la capital nepalí.

Kathmandú es la capital y ciudad más grande de Nepal, con una población de 1.442.271 (2006) habitantes, situada en el valle del mismo nombre en Nepal central, cerca del río Vishnumati, a una altura de 1.317 m. La ciudad antigua se caracteriza por la gran cantidad de templos y palacios budistas e hindúes, la mayoría de ellos del siglo XVII. Muchos de estos monumentos han sido, por desgracia, dañados por terremotos y por la polución. Dentro del valle de Kathmandú hay siete sitios clasificados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad!

Kathmandú se convirtió en un sitio muy visitado por turistas desde los años 1960 a raíz del movimiento hippie. La ciudad recibe su nombre de una estructura en la plaza de Durbar llamada Kaasthamandap. Este templo fue construido en el año 1596 a.C. por el rey Laxmi Narsingh Malla. Está construido enteramente con madera sin ningún clavo de hierro o soporte de ningún tipo. Una leyenda indica que la madera necesaria fue obtenida de un único árbol.

La ciudad antigua -situada alrededor de la plaza Durbar- y las ciudades de Patan y Baktapur (que aunque no forman parte nominalmente de Katmandú están unidas a ella) son corazones históricos que conservan un aire de leyenda oriental muy del gusto del turista de Occidente. Templos con estructura de pagoda, palacios, grandes estatuas de elefantes flanqueando escalinatas, soportales de madera labrada, patios con ventanales esculpidos y gárgolas con forma de dragón en las fachadas se suceden a lo largo de plazas y callejas en las que no falta nunca la compañía de vendedores que persiguen al visitante para ofrecerle bálsamos de dragón, bolsos artesanales o figuras de bronce envejecidas.

En Katmandú la Plaza Durbar, algo así como la plaza mayor (más adelante veremos que las ciudades cercanas a Katmandú que también visitamos giran alrededor de una Durbar Square), era el lugar donde los reyes de la ciudad se coronaban y legitimaban y desde donde reinaban (durbar significa “palacio”). Es un recinto perfectamente controlado y al que se puede acceder tan solo con un pase con fecha del día, previo pago de su importe, que es considerable si no eres ciudadano nepalí (alguna otra nacionalidad cercana tiene algún descuento pero los españoles no gozamos de ese privilegio).

Casi toda la plaza data de los siglos XVII y XVIII, y gran parte de los edificios originales son bastante más antiguos, pero el gran terremoto de 1934 causó graves daños obligando a reconstruir muchos de ellos, en muchos casos no respetando la forma original. Desde 1979 la plaza es Patrimonio Mundial (UNESCO).

Tras pasar unas cuantas horas visitando el recinto de la Plaza Durban de Katmandú y habernos encontrado y perdido entre nosotros varias veces, pusimos rumbo, apretados en tres taxis, hacia el noroeste de la ciudad para visitar la stupa de Swayambhunath (a 2 km del centro de la ciudad), también conocido como el Templo de los Monos, el lugar más visitado de Katmandú.

El recinto de este templo se encuentra situado en la cima de una colina y es visible desde múltiples lugares de Katmandú. La llegada fue algo caótica ya que cada uno de los taxis paró donde le dio la gana, a los pies de la colina coronada por este templo budista, y fue bastante complicado encontrarnos. Una vez que lo conseguimos empezamos a recorrer la parte más inferior del complejo, donde se encuentran tres enormes budas de piedra rojos y amarillos. Alrededor de los budas un ejército de monos hacía honor al nombre popular del turístico recinto. 

Para alcanzar la cima de la montaña y acceder a la zona de la stupa y los templos hay que subir una escalera que se encuentra en la parte oriental del recinto. A lo largo de toda la subida vas encontrándote con pequeñas obras de arte en piedra que relatan pasajes de la vida de Buda. Por todas partes hay gente dispuesta a venderte algo o leerte el futuro, mientras los atrevidos monos saltan a tu alrededor sin ningún tipo de timidez. Al llegar a la cumbre hay que caminar alrededor de la stupa en dirección a las agujas del reloj recorriendo con tu mano la hilera de ruedas de oraciones, cada una de ellas lleva el mantra sagrado.

Sin embargo, la gran stupa es solo uno de los puntos de interés de Swayambhunath, repleto de templos budistas, santuarios, escuelas religiosas… y una buena vista de la ciudad siempre que el monzón y la contaminación lo permitan. 

A 4 kilómetros al este de Kathmandú se encuentra la stupa de Bodhnath, la mayor  stupa de Nepal, se dice, que fue construida alrededor del siglo V. Este lugar de adoración atrae a miles de peregrinos budistas desde Tíbet, Sikkim y Bután cada año en invierno ya que se considera la Meca de los budistas tibetanos. De hecho muchas veces es descrito como el mini Tíbet de Nepal. La stupa está rodeada por cuatro Gompas, monasterios budistas, casas bajas y todo tipo de comercios. Tras haber rodeado la stupa en el sentido de las agujas del reloj, haber entrado en alguno de los templos que la rodean y haber subido hasta la parte más alta, donde unos ojos de buda sobre un fondo dorado observan todo lo que ocurre a su alrededor, fuimos a buscar un sitio para comer algo.

En una de las calles cercana encontramos un restaurante con gran variedad de platos orientales y continentales (como denominaban ellos las hamburguesas, espaguetis, etc.) donde dimos buena cuenta de una merienda-cena.

Tras acabar con el banquete y viendo que empezaba a anochecer pusimos rumbo al hotel donde nos duchamos y empezamos a preparar el viaje al Parque Nacional de Chitwan hacia donde planeábamos partir la noche siguiente, sin saber muy bien si el monzón y las inundaciones de carreteras iban a dejarnos llegar…

 

17 de Agosto- Patan y Bhaktapur, el valle de Kathmandú

Tras un copioso desayuno en el hotel pusimos rumbo a Patan, que es la segunda ciudad más grande de Nepal y está situada a orillas del río Bagmati, en el distrito de Lalitpur.

Tanto el nombre Patan como el de Lalitpur (Ciudad de la Belleza, en sánscrito), como Yala (su nombre newar) se utilizan para denominar la ciudad, una muestra de la compleja mezcla de culturas que caracteriza este país.

La histórica Plaza de Durbar de Patan forma parte del conjunto denominado Valle de Kathmandú, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979 donde el visitante puede descubrir más de 600 stupas y 185 bahals distribuidas por sus callejones… Agotador solo de pensarlo!

Como en Katmandú, el palacio real de Patán da a la Plaza Durbar donde se concentra el mayor complejo arquitectónico newar del país, donde destacan edificios como:

a) El Palacio Real de Patán (anterior a los de Katmandú y Bhaktapur) que ocupa todo el lado oriental de la plaza Durbar. Alguna de sus partes son del s. XIV pero la obra principal es de los siglos XVII y XVIII. En 1768, por las guerras en el territorio, y en 1934 por causa de un importante terremoto, sufrió graves daños pero aun así sigue siendo uno de los edificios más importantes de todo el valle. Tiene varios patios conectados (los denominados “chowk”) y tres templos dedicados a la divinidad principal del valle, la diosa Taleju.

b) la Ventana de Oro, que fue especialmente construida para el Rey Siddhi Narsingh Malla, cuya devoción hacia Krishna así como hacia el dios budista de la compasión, Jarunamaya Lokesware, es un famoso episodio en la historia nepalesa de la región;

c) el Baño Real: con una hermosa fuente dorada que escupe agua. Otras atracciones de este baño son las maravillosas esculturas de piedra trabajadas dando forma a varios símbolos religiosos.

d) por otro lado está el Templo Mahaboudha. En este templo de Buda, “Shikhara” posee cinco pináculos dorados. Todos tienen forma de estupa y son simbólicos de los cinco elementos básicos. El tempo, de arcilla, también es conocido como el de los nueve mil budas y su origen data del año 1584 dC. 

e) el Templo Dorado. Es un templo de Buda en Patan, y es, sin cuestionamiento, el más viejo, más rico y el más famoso. Este templo fue construido por el Rey  Vaskar Varma en el Siglo XII y es conocido por sus hermosos trabajos en oro.

f) el Templo a Krishna es un templo del Siglo XVII construido por el Rey Siddhi Narsimha Malla, quién era un gran devoto de Krishna. Es una historia épica medieval sobre piedra y es el ejemplo perfecto de una calidad extraordinaria de “templo”, tan altamente desarrollada por los nepaleses.

Con tanto por ver, la mañana se nos pasó paseando entre los templos y edificios de Patán, y solo a última hora de la mañana pusimos rumbo a Bhaktapur, el otro importante núcleo de población del valle de Kathmandú.

     

A 13 km de Kathmandú, Bhaktapur (en nepalés Bhadgaon, Ciudad de arroz, y en newari Khwopa, Ciudad de fieles) es la tercera ciudad más grande del valle. Fue fundada en el siglo XII por el rey Ananda Deva Malla bajo el nombre de Khwopa, para convertirla en capital de los rajás Malla. La ciudad estaría edificada en forma de triángulo formado por los tres templos del dios Ganesh a las afueras de la ciudad que la protegen.

Buena parte de sus habitantes, especialmente los más ancianos, no hablan nepalí, sino newari. La organización de la ciudad corresponde al arte de planificación newari, estando dividida la ciudad en diferentes barrios (“toles”) articulados todos de la misma manera: disposición de los edificios en torno a una plaza con un pozo o una fuente pública y un altar religioso permanente.

Tal y como el significado de su nombre delata (‘ciudad de los devotos’), Bhaktapur no ha perdido tampoco en ningún momento su importancia como centro religioso.

A finales del siglo XX y gracias a un proyecto alemán, la ciudad fue en gran medida saneada y restaurada, convirtiéndose en uno de los principales atractivos turísticos de Nepal. La falta de tráfico hace que caminar por la ciudad sea muy agradable. Además, su vida cultural también es muy rica ya que cuenta con tradiciones artesanas de siglos de antigüedad y poderosas comunidades de alfareros, tallistas de la madera y tejedores.

Bastante cansados de la visita en Patán entramos en Bhaktapur con la idea de pasear disfrutando de la vida de sus calles. Para entrar en el recinto de la cuidad hay que comprar una entrada de unos 750 NPR (750 Nepalese rupees = 9.09633135 €) si eres extranjero, lo que supone un gasto importante (para los niveles en lo s que allí nos movíamos).Sin embargo, nosotros solucionamos el tema comprando tres entradas y turnándonos para ir entrando los 12 de 3 en 3 (uno salía con las entradas y recogía a otros dos y así). Tardamos menos en estar todos dentro de lo que puede parecer.

Una vez dentro nos dedicamos a callejear por Bhaktapur visitando los templos que iban surgiendo a nuestro paso y jugando con los grupos de niños que se arremolinaban a nuestro lado (incluso manteamos a chinitas y organizamos un partido de fútbol en el que alguno de los nuestros no salió muy bien parado, fue le caso de Jesulen, que en uno de los "encierros" que haciamos a los chavales, este se llevo un gran pelotazo en la cara). Entre tanto paseo y entretenimientos varios acabamos dispersándonos en dos grupos, incapaces de volver a encontrarnos. Durante las siguientes dos horas nos dedicamos a buscarnos por los templos y las plazas que cada vez estaban más llenas de peregrinos y eran más parecidas entre sí.

Hay que decir, que la visita a esta ciudad fue un gran acierto, ya que para muchos de los que ahí estabamos, era una de las mas bonitas que habiamos visto en nuestra vida. Era impresionante el color rojizo de sus ladrillos mimetizado con los ocres de las maderas. Las ventanas y puertas, llenas de millones de detalles tallados en madera. Un gran acierto la visita.

Al final, tras mucho buscarnos y dando por imposible encontrarnos por las calles de Bhaktapur nuestro grupo puso rumbo al hotel con la esperanza de que los otros hubieran hecho lo mismo… Y coincidimos en el autobús de vuelta! Todos con cara de “¡¡pero donde coño estabais!!” y justo a tiempo para llegar al hotel y preparar las mochilas para salir hacia Chitwan... Y despedir a Chema y Dipasi quienes emprendían el regreso al día siguiente.

 

18 de Agosto – Baño entre elefantes en Chitwan

El minúsculo e incómodo autobús y el largo viaje al parque hicieron que la noche fuera muy larga. Recostados sobre maletas, intentando tumbarnos unos sobre otros y armándonos de paciencia, conseguimos llegar a las puertas de la reserva. A pesar de las malas noticias que nos habían llegado a Kathmandú sobre los estragos del monzón en carreteras y puentes, en ningún momento tuvimos que detener el viaje. De hecho fue tan bien que tuvimos que esperar a que abrieran al público un par de horas durante las que intentamos recuperar sueño.

El parque de Chitwan, textualmente Corazón de la Jungla, abarca una superficie total de 100 km2. Aunque su creación data de 1973, en 1984 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO lo que ha potenciado su atractivo turístico.

A primera hora de la mañana accedimos al recinto de la reserva. Como era temporada baja todos los resorts y las instalaciones turísticas se encontraban cerradas y bastante abandonadas. Al final conseguimos dar con un responsable del parque y contratamos la excursión en elefante. Por un poco más tenías la posibilidad de bañar al elefante al finalizar el recorrido y gran parte de nosotros no dudó en apuntarse.

  

Para aquellos que ven por primera vez esos animales de tan cerca (como fue mi caso) es algo inexplicable. Son muy grandes (aunque algo menos que sus primos africanos) pero de gran ternura. Llevaban sobre el lomo una plataforma de madera con una barandilla para que pudiéramos sentarnos en cada esquina de ella con las piernas colgando de cuatro en cuatro. El “conductor” del animal iba a horcajadas sobre la cabeza de éste, y por detrás de las orejas iba dándole órdenes presionándole con los pies. Además llevaban toda clase de palos y barras para ir dándole en la cabeza al pobre elefante cuando el ritmo o la dirección no era la que ellos querían.

Subidos a tres elefantes, comenzamos el paseo adentrándonos en una zona boscosa del parque. Durante unas dos horas estuvimos paseando subidos en los elefantes intentando avistar algún otro animal. La experiencia de los guías hizo posible ver un tronco flotando en una laguna que resultó ser un cocodrilo, unos antílopes y la estrella de la excursión, un rinoceronte indio, símbolo del parque de Chitwan!!! Observamos su característico cuerno, que lo diferencia del africano, que tiene dos. Adormilado entre la densa vegetación, permanecía ante nosotros tranquilo y a escasos metros de nosotros. Su cuerpo estaba protegido por placas que parecían independientes, a modo de armadura.

El monzón nos respetó bastante y no nos llovió casi hasta el final de la visita, lo que hizo que el paseo fuera aun más agradable. De vuelta a la zona urbanizada del parque encontramos algún comercio abierto a pesar de la temporada baja y la falta de clientes y decidimos hacer tiempo echando un vistazo hasta que los elefantes fueran al río para darse su baño. En uno de ellos había un artesano que tallaba animales de madera como elefantes, rinocerontes, etc., en distintos tamaños. Todos hicimos acopio de figuritas para regalar de vuelta a España.

  

De ahí fuimos hacia el río donde los elefantes ya empezaban el baño diario, el espectáculo estrella del parque!!. Los chicos se quedaron en calzoncillos y estuvieron rebozándose con ellos durante mucho rato frotándoles con hierba y hojas por el lomo y las patas. Los elefantes con la trompa fuera del agua disfrutaban de tantos cuidados tumbados en el lecho del río. Luego se ponían de pie con alguno sobre el lomo y a una orden del guía los duchaba con su trompa. El resto que no participamos en el baño, y tras realizar los reportajes fotográficos de los bañistas desde la orilla, fuimos a tomar unos lassis a una terraza cercana.

A la hora de comer nos acercamos a una ciudad a pocos kilómetros del parque donde encontramos un restaurante. Tras la comida acercamos a Ico y Palentino a coger el autobús que les llevaría en 12 horas a Delhi para volver a casa y el resto deshicimos el camino rumbo a Kathmandú.

 

Esta vez sí que pudimos ver el paisaje que íbamos atravesando. La carretera discurría bordeando el cauce de un río excavado que en ese momento llevaba un gran caudal turbio por las lluvias de la época de monzón. Los acantilados que lo rodeaban estaban llenos de una vegetación muy verde y frondosa, casi tropical. Hicimos alguna parada durante el recorrido en bares de carretera muy humildes regentados por familias que nos recibían con extrañeza y curiosidad. No era época de turistas y los locales estaban prácticamente vacíos.

De vuelta al Ganesh Himal cada uno preparó sus cosas, al día siguiente nos separábamos para acabar el viaje en distintos grupos. Algunos volvían a Delhi para regresar a casa, otros salían a primera hora rumbo a Bangladesh para aprovechar allí los últimos días y Rober y yo nos quedábamos unos días más en Kathmandú antes de volar a Calcuta.

Cuando todo estuvo más o menos a punto y hubimos descansado salimos a disfrutar de la última noche de Katmandú en grupo. Por la zona de Thamel encontramos un bar bastante occidental lleno de turistas, muchos de ellos americanos. Tras unas cuantas cervezas los grupos se integraron y Borja acabó haciendo un intercambio de camiseta con una alemana que se descojonaba (al igual que el resto de nosotros) al verle travestido con su camiseta de tirantes con encajes! Su marido no parecía igual de entusiasmado...

(De la historia de Chema y Dipasi, sabemos que la noche que ellos estuvieon sin nosotros en Katmandu, fueron al casino, les trataron como reyes dandolos cena, bebida y cigarros gratis y ademas nos contaron que apostaron 200 euros al color rojo, despues de estar ahi un rato apostando y como no, la pelotita se paro en el rojo. asi que 400 euros para el bote. Esto nos cuadra ya que antes de entrar al casino, chema con las chanclas, piso una mierda de vaca. Dato, entraron al casino en chanclas y panalones cortos y encima son tratados como Jeques. Luego fueron a una discoteca cercana a gastar el dinero y de copas por la zona del centro de katmandu!. Su vuelta era otro de eso jaleos en los que nos metemos:

Vuelo Katmandu - Calcuta compañia Indian Airlines. Precio del vuelo = 120 €

       ITINERARY
FROM/TO FLIGHT DAY DEPARTURE ARRIVAL STOPS
Katmandu - Calcuta IC-748 18Agosto2007 16:00 17:40 0

Vuelo Calcuta - Bombay compañia Air Deccan. Precio del vuelo = 40 €

       ITINERARY
FROM/TO FLIGHT DAY DEPARTURE ARRIVAL STOPS
Calcuta - Bombay 722 18Agosto2007 19:10 21:55 0

 

19 de Agosto - Kathmandú, de compras por Thamel

Por primera vez en todo el viaje conseguimos disfrutar de una mañana de vagueo en el hotel. Tras dormir hasta tarde por la mañana y desayunar algo en el hotel fuimos a la zona de Thamel a terminar las compras de pashminas y demás regalos que quedaban pendientes.

La tarde pasó muy rápido entre compras y paseos por la zona más comercial de Kathmandú. A media tarde entramos en una panadería-cafetería de la calle JP School de Thamel a tomarnos un café y un bollo en su bonita terraza interior llena de gente que se tomaba un respiro del monzón disfrutando de un café calentito.

Para la hora de cenar decidimos elegir un restaurante típico newari para saborear la cocina del país. Consultando la Lonely Planet elegimos el  Old Tashi Delek Restaurant, un pequeño restaurante escondido entre los callejones de Thamel. De nuevo la temporada baja se notaba ya que estábamos casi solos cenando, a parte de algún local. Dos niños nos atendieron estupendamente y fue un éxito… salvo algún que otro plato especialmente picante que se nos coló en la selección.

 

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